¿Cómo evitar una crisis económica en los próximos años?
Dado que Argentina está al borde de una crisis económica por la herencia pesada que deja el Kirchnerismo, el próximo gobierno tendrá que realizar un ajuste importante que de aguna u otra forma va a ocurrir. La única opción posible es que ese ajuste no ocurra en medio de una crisis. Yo creo que para encararlo hay tres variantes: un Plan A, B o C.
- Plan A: Política de Shock.
- Plan B: Gradualismo.
- Plan C: No hacer nada.
Definitivamente, la peor decisión que puede llegar a tomar el próximo gobierno es negar el ajuste que se aproxima (Plan C), es decir, continuar con estas políticas económicas: colocar deuda pública, emitir moneda, profundizar los controles de cambio, aumentar el gasto, seguir dibujando y mintiendo con los números de la economía como lo ha hecho el gobierno que está por terminar. Es un plan absolutamente inviable.
Como a partir del 10 de Diciembre, Macri tiene sólo cuatro años de gobierno por delante, la idea sería optar por un Plan A, haciendo todas las correcciones juntas con mucho apoyo político, sindical y empresarial, debido a que estamos hablando de un ajuste muy fuerte como consecuencia de los desvíos groseros que le está dejando el Kirchnerismo. Es demasiado probable que este plan no nos lleve a una crisis, siempre y cuando tenga mucha credibilidad. Si se recurre a eso, podríamos tener algunos meses de recesión pero a partir de fines de 2016, sin dudas, empezamos a crecer.
El Plan B, en cambio, es gradual. Esto es lo que Scioli hubiese implementado si ganaba las elecciones. El problema que tiene el gradualismo, es que nos puede llevar a una situación de crisis en pocos años, ya que es muy difícil sostenerse en el tiempo de forma gradual dado que los desequilibrios son enormes. Hay que destacar que la discusión Gradualismo vs. Shock podría tener sentido cuando los desajustes son pequeños; en esos casos no estaría mal colocar deuda externa en poca cantidad y devaluar moderadamente, pero la realidad es que tenemos un agujero fiscal de 8% del PBI (o 9 incluyendo intereses y cuasi fiscal) y es el tercer déficit más grande del último medio siglo, similar al que tuvimos previo a la Hiper, y además, hay un atraso cambiario que es peor que el de fines de la Convertibilidad. Vale aclarar que la razón por la cual el dólar saltó de 1 a 4 en esos años fue por el pánico que generó la ruptura de contratos (depósitos, préstamos, tarifas), pero aún así, el atraso cambiario actual es más grande y obliga al nuevo gobierno a tener que devaluar fuerte el peso, para que el tipo de cambio real alcance el equilibrio y aliente a los exportadores a liquidar los granos de soja retenidos en silos bolsa, que en total rondan los 8 mil millones de dólares, así el BCRA recompone las reservas y puede salir a vender en el mercado cambiario oficial para soportar la demanda de divisas luego de eliminar el cepo y, por su parte, se podría colocar la emisión de un bono para pagar los 9 mil millones que el BCRA le debe a los importadores. También hay un atraso tarifario formidable, sobre todo en la Zona Metropolitana de Buenos Aires, por lo que habría que subir las tarifas en niveles razonables para que las empresas prestadoras de energía no se fundan. En cuanto al comercio internacional, hay que hacer una orientación estratégica distinta a la actual, en vez de estar vinculado únicamente con países como Venezuela, Rusia, China e Irán. No digo que no haya que hacerlo, pero además de esos países, Argentina tiene que volver a relacionarse con Occidente. Para ello es imprescindible acatar los fallos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), del CIADI y de Griesa. Particularmente, yo creo que primero hay que cumplir con la OMC y luego negociar con los Fondos Buitre, porque en el sector exportador se puede generar empleo, pero en Finanzas no. Después hay que ir con un acuerdo que vaya a pedirle un préstamo al FMI para poder financiar el déficit fiscal resultante luego de licuar el gasto con la devaluación, y que ese financiamiento sea con dólares y no con emisión monetaria para que la tasa de inflación no se acelere; a su vez, hay que subir la tasa de interés en términos reales ligeramente positiva, para que la gente no pierda dinero cada vez que quiera depositar sus ahorros en un banco y de paso se puedan absorber algunos pesos que hay en circulación.
Es cierto que, inevitablemente, la devaluación se va a trasladar a precios porque muchos de los alimentos que se venden en el mercado interno son susceptibles de exportación mientras que otros bienes contienen insumos importados, pero el nivel del aumento de la inflación va a depender de que el gobierno haga una política monetaria muy austera en el corto plazo, donde se vea un sendero en caída de la tasa de crecimiento de la masa monetaria creíble, porque sino vamos a entrar en una espiral Devaluación-Precios, y como los trabajadores empiezan a reclamar aumentos salariales, la situación se puede complicar aún más, y en consecuencia, podemos entrar en una espiral Salarios-Precios-Devaluación, la cual nos puede terminar llevando indefectiblemente a una Crisis Hiperinflacionaria.
No caben dudas de que la situación es bastante grave. Si uno lo observa por fuera, parece como si las cosas estuvieran relativamente bien, pero en el fondo está claro que hay muchísimo por resolver. Por eso, yo insisto en que no alcanza con optar por un Plan B. Además, la instrumentación del Plan A puede revitalizar la afluencia de capitales extranjeros sin que sea necesaria ninguna gestión de marketing, o dicho en términos criollos, si hacemos el Plan A, al día siguiente nos van a tirar la plata por la cabeza. En cambio, para hacer el Plan B, que es un poco más cobarde, habría que realizar una política de venta de la Argentina al mundo que puede llegar a ser exitosa, pero aunque se utilice la promoción y la propaganda, con este plan se corre el riesgo de no llegar al próximo período presidencial, o que luego de esos cuatro años en los cuales se van a seguir discutiendo los mismos problemas que ahora, terminemos en una crisis económica. El Plan C, no solamente nos lleva a una crisis en pocos meses, sino que además no se puede ni llegar a vender.
De todas formas, hay que tener en claro que si en el peor de los casos, Argentina termina en crisis, será para luego volver a crecer. No va a ser el fin del mundo si esto llega a ocurrir, puesto que después de cada una de las crisis que tuvimos en estos últimos 50 años, Argentina siempre renació como el Ave Fénix y salió adelante. Lo ideal sería que en plena recuperación (o después de un ajuste sin crisis, si es que somos optimistas), Argentina modifique el objeto societario y se dedique a venderle cosas al mundo teniendo un tipo de cambio competitivo para que algún día lleguemos a ser potencia, en lugar de volver a inflar el gasto público, incurrir en déficit, y otra vez tengamos que cerrar, proteger y aislarnos del mundo.
Conclusión:
- Con el Plan A, podemos evitar la crisis y lograr que se reactive la economía, siempre y cuando el plan resulte creíble. De no ser así, es probable que terminemos mal.
- Con el Plan B, podemos estar cuatro años con estancamiento y luego, terminar en crisis. Esto sería como patear el problema para adelante.
- Con el Plan C, terminamos en crisis al igual que el Plan B o el A carente de credibilidad, pero a diferencia del B, la crisis ocurriría en muy poco tiempo.
Como decía Guillermo Nimo, “por lo menos, así lo veo yo.”
- Plan A: Política de Shock.
- Plan B: Gradualismo.
- Plan C: No hacer nada.
Definitivamente, la peor decisión que puede llegar a tomar el próximo gobierno es negar el ajuste que se aproxima (Plan C), es decir, continuar con estas políticas económicas: colocar deuda pública, emitir moneda, profundizar los controles de cambio, aumentar el gasto, seguir dibujando y mintiendo con los números de la economía como lo ha hecho el gobierno que está por terminar. Es un plan absolutamente inviable.
Como a partir del 10 de Diciembre, Macri tiene sólo cuatro años de gobierno por delante, la idea sería optar por un Plan A, haciendo todas las correcciones juntas con mucho apoyo político, sindical y empresarial, debido a que estamos hablando de un ajuste muy fuerte como consecuencia de los desvíos groseros que le está dejando el Kirchnerismo. Es demasiado probable que este plan no nos lleve a una crisis, siempre y cuando tenga mucha credibilidad. Si se recurre a eso, podríamos tener algunos meses de recesión pero a partir de fines de 2016, sin dudas, empezamos a crecer.
El Plan B, en cambio, es gradual. Esto es lo que Scioli hubiese implementado si ganaba las elecciones. El problema que tiene el gradualismo, es que nos puede llevar a una situación de crisis en pocos años, ya que es muy difícil sostenerse en el tiempo de forma gradual dado que los desequilibrios son enormes. Hay que destacar que la discusión Gradualismo vs. Shock podría tener sentido cuando los desajustes son pequeños; en esos casos no estaría mal colocar deuda externa en poca cantidad y devaluar moderadamente, pero la realidad es que tenemos un agujero fiscal de 8% del PBI (o 9 incluyendo intereses y cuasi fiscal) y es el tercer déficit más grande del último medio siglo, similar al que tuvimos previo a la Hiper, y además, hay un atraso cambiario que es peor que el de fines de la Convertibilidad. Vale aclarar que la razón por la cual el dólar saltó de 1 a 4 en esos años fue por el pánico que generó la ruptura de contratos (depósitos, préstamos, tarifas), pero aún así, el atraso cambiario actual es más grande y obliga al nuevo gobierno a tener que devaluar fuerte el peso, para que el tipo de cambio real alcance el equilibrio y aliente a los exportadores a liquidar los granos de soja retenidos en silos bolsa, que en total rondan los 8 mil millones de dólares, así el BCRA recompone las reservas y puede salir a vender en el mercado cambiario oficial para soportar la demanda de divisas luego de eliminar el cepo y, por su parte, se podría colocar la emisión de un bono para pagar los 9 mil millones que el BCRA le debe a los importadores. También hay un atraso tarifario formidable, sobre todo en la Zona Metropolitana de Buenos Aires, por lo que habría que subir las tarifas en niveles razonables para que las empresas prestadoras de energía no se fundan. En cuanto al comercio internacional, hay que hacer una orientación estratégica distinta a la actual, en vez de estar vinculado únicamente con países como Venezuela, Rusia, China e Irán. No digo que no haya que hacerlo, pero además de esos países, Argentina tiene que volver a relacionarse con Occidente. Para ello es imprescindible acatar los fallos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), del CIADI y de Griesa. Particularmente, yo creo que primero hay que cumplir con la OMC y luego negociar con los Fondos Buitre, porque en el sector exportador se puede generar empleo, pero en Finanzas no. Después hay que ir con un acuerdo que vaya a pedirle un préstamo al FMI para poder financiar el déficit fiscal resultante luego de licuar el gasto con la devaluación, y que ese financiamiento sea con dólares y no con emisión monetaria para que la tasa de inflación no se acelere; a su vez, hay que subir la tasa de interés en términos reales ligeramente positiva, para que la gente no pierda dinero cada vez que quiera depositar sus ahorros en un banco y de paso se puedan absorber algunos pesos que hay en circulación.
Es cierto que, inevitablemente, la devaluación se va a trasladar a precios porque muchos de los alimentos que se venden en el mercado interno son susceptibles de exportación mientras que otros bienes contienen insumos importados, pero el nivel del aumento de la inflación va a depender de que el gobierno haga una política monetaria muy austera en el corto plazo, donde se vea un sendero en caída de la tasa de crecimiento de la masa monetaria creíble, porque sino vamos a entrar en una espiral Devaluación-Precios, y como los trabajadores empiezan a reclamar aumentos salariales, la situación se puede complicar aún más, y en consecuencia, podemos entrar en una espiral Salarios-Precios-Devaluación, la cual nos puede terminar llevando indefectiblemente a una Crisis Hiperinflacionaria.
No caben dudas de que la situación es bastante grave. Si uno lo observa por fuera, parece como si las cosas estuvieran relativamente bien, pero en el fondo está claro que hay muchísimo por resolver. Por eso, yo insisto en que no alcanza con optar por un Plan B. Además, la instrumentación del Plan A puede revitalizar la afluencia de capitales extranjeros sin que sea necesaria ninguna gestión de marketing, o dicho en términos criollos, si hacemos el Plan A, al día siguiente nos van a tirar la plata por la cabeza. En cambio, para hacer el Plan B, que es un poco más cobarde, habría que realizar una política de venta de la Argentina al mundo que puede llegar a ser exitosa, pero aunque se utilice la promoción y la propaganda, con este plan se corre el riesgo de no llegar al próximo período presidencial, o que luego de esos cuatro años en los cuales se van a seguir discutiendo los mismos problemas que ahora, terminemos en una crisis económica. El Plan C, no solamente nos lleva a una crisis en pocos meses, sino que además no se puede ni llegar a vender.
De todas formas, hay que tener en claro que si en el peor de los casos, Argentina termina en crisis, será para luego volver a crecer. No va a ser el fin del mundo si esto llega a ocurrir, puesto que después de cada una de las crisis que tuvimos en estos últimos 50 años, Argentina siempre renació como el Ave Fénix y salió adelante. Lo ideal sería que en plena recuperación (o después de un ajuste sin crisis, si es que somos optimistas), Argentina modifique el objeto societario y se dedique a venderle cosas al mundo teniendo un tipo de cambio competitivo para que algún día lleguemos a ser potencia, en lugar de volver a inflar el gasto público, incurrir en déficit, y otra vez tengamos que cerrar, proteger y aislarnos del mundo.
Conclusión:
- Con el Plan A, podemos evitar la crisis y lograr que se reactive la economía, siempre y cuando el plan resulte creíble. De no ser así, es probable que terminemos mal.
- Con el Plan B, podemos estar cuatro años con estancamiento y luego, terminar en crisis. Esto sería como patear el problema para adelante.
- Con el Plan C, terminamos en crisis al igual que el Plan B o el A carente de credibilidad, pero a diferencia del B, la crisis ocurriría en muy poco tiempo.
Como decía Guillermo Nimo, “por lo menos, así lo veo yo.”
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