Un 2016 entre neutro y duro

Desde mi punto de vista, yo creo que algunos de los desafíos de Macri en lo que va de su gestión los está enfrentando bien y otros me están dejando algunas dudas. En cuanto a la orientación hacia el comercio internacional, en estos últimos años nos encontrabamos con una Argentina aislada del mundo y peleada con el campo, el sector más productivo y eficiente del país, así que en ese sentido pienso que Macri tomó las medidas adecuadas poniendo todos los cañones a favor del campo eliminando/bajando las retenciones, los ROE, y reinsertando a la Argentina en el mundo participando de la Cumbre de Davos y reuniéndose con Tabaré Vázquez, la presidenta de Chile y de Brasil.

Ahora bien, el otro plano de desafíos que enfrenta el gobierno de Mauricio Macri son el déficit fiscal, el atraso cambiario y el atraso tarifario. En materia tarifaria, se optó por el gradualismo. En materia cambiaria, se han eliminado las restricciones a la compra y venta de divisas evitando que el precio del dólar oficial se dispare por encima de los 20 pesos como muchos imaginaban. Sin embargo, es probable que en los próximos meses el tipo de cambio no se mantenga por debajo de los 14, sobre todo porque en Marzo los exportadores liquidan una nueva cosecha de soja, mientras que el tercer problema es el fenómeno inflacionario originado por la monetización del déficit fiscal, y ahí es donde yo particularmente empiezo a verme preocupado, porque me parece que hacer gradualismo para bajar el déficit, la emisión y así la inflación hasta el último año de la gestión de Macri es una tarea demasiado arriesgada, teniendo en cuenta la magnitud del desequilibrio fiscal y siendo consciente de que la tasa de inflación es una de las más altas del mundo.

Para colmo, no alcanza con aumentar la presión impositiva para tapar el agujero fiscal porque se está recaudando como nunca en la historia, a tal punto que el 40% del precio de los alimentos y el 70% del precio de un litro de combustible son impuestos. Ahora bajaron el impuesto a los automóviles, pero hasta hace poco también se estaba recaudando sobre esos bienes con un impuesto específico y hace unos días aumentaron las patentes un 50% en CABA, o sea que el gasto público que causa la recaudación es absolutamente exagerado, de allí se deriva el déficit fiscal financiado con emisión, y de allí la inflación que se ve agravada por la devaluación que aún puede seguir propagándose en otros precios de la economía. Además, el gobierno actual ya había anunciado desde hace más de un año que si ganaba las elecciones iba a eliminar el cepo (devaluar) con lo cual los aumentos se venían anticipando por especulación desde la segunda quincena de Noviembre, sin incluir el traslado a precios del mes de Diciembre luego del salto devaluatorio.

Frente a ese escenario, el objetivo de Prat-Gay de poner la tasa de inflación entre el 20 y 25% es muy complicado, porque si durante los 12 meses del año la inflación mensual fuera la misma que en Enero (4%), la inflación anualizada sería alrededor del 60%, y bajarla a la cuota máxima que se fijó Prat-Gay, que es más de la mitad, implicaría un desafío enorme. También existen otros factores importantes: hay que ver cómo se desenvuelve la negociación salarial, qué aumento de precios tendremos en Marzo cuando venga el inicio de las clases escolares, qué ocurre con el tipo de cambio y el impacto que puede traer el ajuste de tarifas.

A diferencia del plan gradual que eligió el gobierno para resolver estas cuestiones, pienso que si se aplica una política de shock eliminando el déficit fiscal de cuajo para no emitir nada una vez que se logre el equilibrio o superávit, se necesita de un gran acuerdo político, sindical y empresarial. Macri se inclinó por el gradualismo, no se si por considerarse un desarrollista o por las condiciones políticas, aunque para realizar ajustes estas condiciones nunca existieron en Argentina a lo largo de la historia. Cuando el gobierno de turno se manda una fiesta del gasto público y hace todo el déficit fiscal posible para mantener la demanda caliente y gerenciar el crecimiento insostenible de la economía, todos se ponen de acuerdo y las condiciones políticas siempre están dadas, pero cuando hay que recoger el barrilete nadie quiere hacerse cargo y mucho menos de manera abrupta, todos quieren hacerlo despacio. Recoger el barrilete luego de inflar tanto las cosas es costoso, hacerlo de a poco es un calvario porque para eso hay que estar todos los años ajustando, es más, Prat-Gay anunció un plan de ajuste fiscal de 1 punto del PBI este año y 1,5 entre 2017 y 2019, una reducción total del 5,5%; o sea que van a estar haciendo ajustes fiscales durante los cuatro años de gobierno.

La verdad no me importa si esto es Kirchnerismo, Peronismo o Macrismo. Yo trato de analizar el comportamiento de nuestra economía dejando de lado los partidos políticos, y económicamente hablando, la gestión del 10 de Diciembre hereda problemas mayúsculos del gobierno anterior.

En el caso de los Holdouts, el gobierno de Macri tiene que ser coherente. El 13 de Enero presentó un programa fiscal con fuerte déficit y poco financiamiento monetario, por lo tanto, la conclusión es que ese financiamiento sea a través de un endeudamiento externo y para eso se verán obligados a cerrar el acuerdo con los Holdouts. Pero aunque exista esa coherencia, yo no estoy de acuerdo con este programa financiero, porque implicaría colocar deuda por cerca de 20 mil millones de dólares para financiar el déficit y 10 mil millones de dólares para refinanciar los vencimientos de capital con el sector privado. En todo caso, preferiría que se baje el gasto en vez volver a endeudarnos, porque luego la deuda externa se vuelve impagable y esto ya sucedió muchas veces en Argentina.

En fin, la situación es demasiado compleja y sinceramente no creo que tengamos un crecimiento económico al menos durante el 2016.

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