La comunicación de Alberto y Kristalina


Esta semana hubo una comunicación telefónica entre Alberto Fernández y Kristalina Gueorguieva, la economista búlgara y directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Si bien Kristalina mantuvo un tono protocolar diciendo que quiere acompañar al gobierno argentino para que se ponga de pie, salga adelante, y demás, enviaba una señal de que le iba a exigir, como siempre hace el FMI, equilibrio presupuestario a través de un ajuste fiscal al gobierno de Alberto, y haciéndole saber que no se puede financiar el 100% del déficit fiscal con emisión monetaria ("maquinita del BCRA"). Básicamente el mensaje de Kristalina es que si Fernández quiere negociar con el FMI, el organismo internacional va a poner metas de reducción del déficit fiscal, ya sea por recorte de gasto público o suba de impuestos.

En la comunicación que mantuvieron ambos, Alberto le dijo a la jefa del FMI que apenas asuma va a mostrar en qué consiste su plan, fundamentalmente focalizándose en una propuesta de renegociación de la deuda con los acreedores privados y otra con el FMI que tiene como base la idea de que Argentina tiene que crecer para generar capacidad de pago y poder cumplir con esas obligaciones, en respuesta al mensaje que el FMI le había enviado sugiriéndole que respete la restricción presupuestaria, es decir, el ajuste que acordó con Mauricio Macri, si bien es cierto que en los últimos meses, el propio Macri rompió el acuerdo que había firmado con el FMI con todas las medidas que tomó de aumento de gasto y reducción de algunos impuestos en plena campaña electoral después de las PASO. La meta de Déficit Cero (que significa Ingresos = Gastos) no se cumplió, de hecho, Macri llegará a Diciembre con un déficit fiscal que oscilará entre el 0,5 y 1% del PBI, y esto se manifestará el mes que viene porque es en ese momento cuando se acumulan todos los gastos: se tienen que cancelar todas las cuentas impagas y se deberá afrontar el pago del medio aguinaldo de los salarios públicos y la seguridad social. Expresado en valores monetarios, estaríamos hablando de un déficit que rondaría los 200.000 millones de pesos; el financiamiento provendrá de la emisión de pesos del BCRA y, en parte, de la colocación de algún bono al Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) y otros organismos públicos.

Además, Alberto Fernández dejó trascender en el diálogo telefónico con Kristalina que no va a hacer un ajuste fiscal mayor, es decir, no va a buscar un superávit en 2020, que era la meta establecida en el acuerdo firmado por el FMI con Macri para el año próximo. En el equipo económico de Alberto, se considera que el año que viene habrán 600.000 millones de pesos de agujero fiscal, y como a nadie se le ocurre ni de casualidad la idea de bajar el gasto público, se está analizando cerrar parte de ese déficit aumentando las retenciones al sector agropecuario, y tender en el mejor de los casos a un equilibrio primario, evitando que se agravara el déficit fiscal que deja Macri en 2019.

La respuesta de Kristalina no han sido más que palabras protocolares, simplemente porque el FMI está muy preocupado luego de que el acuerdo firmado con Argentina en 2018 haya fracasado. Desde Abril del año pasado hasta ahora, el gobierno no pudo encarrilar la actividad económica, el Dólar se disparó un 30% (de 45 a 60 pesos), las reservas del BCRA cayeron, gran parte de lo que se prestó se utilizó para pagar deuda pero otra se tuvo que vender en el mercado cambiario para que el Dólar no se disparara aún más, la economía siguió en recesión, Argentina recibió prácticamente todos los desembolsos efectuados del FMI y ahora no sabe cómo pagarlos, y la inflación se aceleró respecto al nivel muy alto del 2018. A todo esto, el FMI espera que el país no termine estallando socialmente, porque después del acuerdo con Washington, para ellos sería una catástrofe adicional; esa es la razón por la cual el FMI no se opone a la propuesta de Fernández en torno a un pacto social para encarar el problema de la inflación, si bien yo pienso que la inflación es, siempre y en todo lugar, un fenómeno monetario, y que la propuesta del pacto social no se sostendrá durante mucho tiempo.

Para finalizar la comunicación, la jefa del FMI le pidió a Alberto que le de más detalles acerca de su plan económico. Si bien está de acuerdo con los objetivos fundamentales que son bajar la pobreza, luchar contra el hambre, primero crecer, atacar la inflación, juntar a todos los sectores en el pacto social, es necesario que Alberto le diga qué va a hacer ni bien asuma el 10 de Diciembre.

Todos sabemos que el FMI no solo quiere cobrarle a Argentina el dinero que le prestó a Macri sino también garantizar que eso ocurra mediante un fuerte ajuste fiscal. Como no se puede defaultear con el FMI, también pretende que Argentina le haga una quita brutal a los acreedores privados, si es que lo desea.

Por su parte, el FMI ya le dio todo el financiamiento que le podía dar a Mauricio Macri y más. Le desembolsó 45.000 millones de dólares, le permitió que parte de esos dólares desembolsados se utilicen para venderlos en el mercado cambiario en plena corrida cambiaria (algo que el FMI jamás autorizaba); también le permitió incumplir en la campaña electoral y hacer anuncios de todo tipo rompiendo el acuerdo que había firmado un año atrás, no solo el primero sino también el que se firmó en Septiembre de 2018. Después de todo esto, es probable que el FMI no sea tan generoso con Alberto como lo fue con Macri, por más que interceda Donald Trump.

Alberto Fernández quiere negociar con el FMI un Extended Fund Facilities (EFF), que es un acuerdo de facilidades extendidas por 10 años. Implica no pagar nada durante el primer año, y que el FMI envíe 1.000 o 2.000 millones de dólares para refinanciar los pequeños vencimientos que hay que afrontar; luego, pagar intereses entre el segundo y cuarto año, y empezar a pagar capital e intereses gradualmente a partir del quinto. Esto se debe a que los fuertes vencimientos que tiene Argentina, no con los acreedores privados sino con el FMI, no son ni en 2020 ni 2021, sino a partir de 2022 y 2023, que es cuando hay que pagarle unos 50.000 millones de dólares. En pocas palabras, Alberto quiere negociar un acuerdo de 10 años donde se pateen los vencimientos para adelante y se aten al crecimiento económico durante esos años para que Argentina pueda ir pagando de manera gradual. Pero la cuestión es que en este tipo de acuerdos a mediano plazo, el FMI exigirá un plan de ajuste fiscal, como ya se lo anticipó Kristalina Gueorguieva a Alberto, y reformas estructurales, tanto laborales como previsionales.

Sinceramente no creo que el año que viene se cambien las leyes laborales en el Congreso o que pueda haber una ley que implique modificar todo el gasto previsional del país. Tampoco habrá un ajuste fiscal mayor, según Fernández.

Sin embargo, Alberto está muy confiado en que Trump puede despejar el camino para un acuerdo con el FMI poniendo otra agenda sobre la mesa, como el manejo de las relaciones con China, Venezuela, y temas relacionados con el terrorismo, narcotráfico, donde Trump pide que el gobierno entrante no se aleje mucho de lo que ha hecho el actual, sino que siga por ese camino. Tal vez eso implique hoy una situación de demasiado optimismo temporal, porque la impresión que uno tiene en base a la información que manejan los funcionarios del equipo de Fernández es que efectivamente cuentan con un avance importante para presentar un plan de renegociación de la deuda con los acreedores privados; pero en realidad, y después de las primeras aproximaciones de una propuesta que ya se le hizo llegar a algunos funcionarios del FMI de manera informal, 
lo que se están viendo son dificultades grandes de que pueda llevarse a cabo rápidamente el acuerdo que no es con los acreedores privados sino con el FMI; a menos que haya un apoyo total de Trump en la negociación. Por eso hay un interrogante que consiste en saber si Trump jugará tan fuerte con Alberto Fernández como lo hizo en su momento por la reelección de Mauricio Macri.

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