Se endurece el cepo cambiario
La semana pasada, el gobierno ha decidido reforzar el ya existente cepo cambiario.
Entre las principales medidas, se requerirá desde ahora un anticipo del 35% del Impuesto a las Ganancias o Bienes Personales para la compra del dólar ahorro, y que los gastos con tarjeta en moneda extranjera se hagan a cuenta del cupo de hasta 200 dólares de manera retroactiva al 1 de Septiembre pasado.
El motivo por el que se optó este camino se debe a que el BCRA se está quedando sin reservas, pero en lugar del cepo cambiario, el gobierno tendría que haber dejado que el Dólar encontrara su punto equilibrio dejándolo flotar libremente en función de la oferta y la demanda, luego de haberse unificado el tipo de cambio.
Obviamente que eso hubiera implicado una devaluación, pero el impacto inflacionario no hubiese sido significativo porque la actividad económica se encuentra muy restringida por la cuarentena en algunos lugares y los pesos están encapsulados. Habría más inflación, pero si en lugar de eso se recurre a un endurecimiento del cepo (como lo hicieron) y éste se mantiene por un largo tiempo o se profundiza, el día que reviente causará más inflación, dando lugar a un fenómeno de tipo Rodrigazo.
Esto hay que evitarlo ya que la inflación es una máquina de pobres, más aún sabiendo que la cifra real de la pobreza en Argentina ronda el 50%.
A lo largo de la historia, el mundo descubrió que el antídoto contra la pobreza es el crecimiento, porque cuando la economía de un país crece, se genera empleo y producción. En nuestro caso, es muy difícil crecer con medidas como el cepo cambiario o la decisión del BCRA de limitar el acceso a las empresas para que paguen sus deudas con acreedores externos al 40% del mercado de cambios.
Además la restricción de la compra y venta de divisas provoca especulación en la economía. La sociedad está confundida y hay mucha incertidumbre al respecto.
Sobre la estupidez que dijo Alberto Fernández de pedirle a la gente que "ahorre en pesos" y que "los dólares son para la producción", pienso lo siguiente:
En primer lugar, el Presidente desconoce una realidad, que es que la gente usa los pesos solo para hacer transacciones y comprar dólares. De todas formas no es de extrañarse que diga esto porque cuando Cristina Kirchner lanzó el cepo en Octubre de 2011, también apareció esta obsesión por pesificar toda la economía, tal como lo planteaba Aníbal Fernández. Se lanza un cepo, y como eso alienta la dolarización, el gobierno ruega, implora y hasta obliga que se pesifique, aún siendo imposible que los argentinos ahorren en pesos (los que pueden) con la inestabilidad macroeconómica que se vive.
En segundo lugar, dado que la gente no puede ahorrar en la moneda local actualmente, es una animalada decir que no debemos quedarnos con los dólares ya que la persona que ahorra lo hace para mantener su calidad de vida en el futuro, con lo cual el Presidente le estaría diciendo a la gente que quiere que en el futuro viva peor. Además él dice que los dólares los necesitamos para producir; ¿Pero quién dice qué es o no lo que se produce? Tengamos claro que es el Presidente quien dice a través del BCRA a quién darle los dólares o no, así como es también quien le pagará los dólares al tipo de cambio oficial a quienes los traigan del exterior, algo que nadie hará ya que existe un mercado paralelo en donde el Dólar vale 145 pesos, mientras que al sojero, por ejemplo, le quedarían unos 55 pesos. Esto significa que le pagarán menos de lo que corresponde.
Mientras exista el cepo, no solo no ingresarán los dólares sino que aquellas personas que decidan ahorrar en moneda extranjera van a hacerlo fuera del mercado cambiario oficial. En este escenario, el tipo de cambio puede subir inexorablemente más de una vez. Detrás del Dólar, aumentarán los precios de los productos mayoristas; luego, los minoristas, como los alimentos. Por su parte, el exceso de demanda de dólares, que es equivalente a exceso de oferta de pesos, generaría más inflación, y habría también un exceso en la oferta de bienes, un menor nivel de producción, menos empleo y por ende, más desempleo, caída de los salarios, y una explosión de la pobreza y la indigencia. Todo esto mientras sigue creciendo la población.
Otro dato que es muy importante es que durante el cepo cambiario de Cristina, que se lo aguantó por cuatro años desde 2011 hasta 2015, se perdieron 26.000 millones de dólares y el gobierno llegó a terminar su mandato con muchísimas dificultades. En cambio, hoy el BCRA tiene 3.800 millones de dólares, que es la décima parte de la cantidad de reservas que se perdieron durante el cepo anterior, o sea que en estas circunstancias, al 2023 no se puede llegar ni con lo justo.
Posiblemente se libere el mercado cambiario en algún momento y eso derive en una devaluación seguida de un golpe inflacionario, o se sigue ajustando la clavija y esto se vuelve una olla a presión que indefectiblemente culminará en una gran crisis.
En mi opinión, a mi me llama la atención cómo es posible que la Argentina se repita sistemáticamente cayendo en el mismo error, ya que no es la primera vez que recurrimos a un cepo. Esto es algo que ocurrió a mediados de los 70, fines de los 80, durante el segundo gobierno de Cristina (como mencionaba recién), y desde fines de la gestión de Macri hasta el día de hoy. Por si fuera poco, de todos ellos se salió de dos maneras posibles: mal o peor...
Para cerrar, quiero decir que esto se vuelve un problema mucho más serio hacia adelante, y si no queremos terminar en los mismos resultados de siempre, como una megadevaluación, una crisis inflacionaria, o un default total de la deuda pública, Argentina tiene que cambiar 180 grados la matriz económica. Hay que abandonar el Proteccionismo Arancelario para que los productos que nos venden los empresarios locales no valgan mucho más caros que en el exterior con la economía blindada al comercio, apuntar hacia un tamaño del Estado más pequeño para que la presión impositiva sobre el sector privado y los trabajadores no sea asfixiante y así las personas puedan gastar o invertir su dinero en lo que quieran, y modificar las leyes laborales para que a las empresas privadas les resulte más conveniente contratar a un empleado en blanco, entre muchas otras razones. No hay otro camino si queremos que la economía crezca sostenidamente en el tiempo, y sin que el país estalle por los aires una vez en promedio cada diez años, tal como viene ocurriendo en este último medio siglo.
Hasta el momento, la vacuna contra el coronavirus no la conocemos, pero sí la que hay que darse para luchar contra la pobreza...
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