Argentina tiene que cambiar


Luego del pésimo gobierno de Mauricio Macri y la mala administración actual de Alberto Fernández (influenciada en parte por la pandemia), el país debe tomar medidas económicas muy costosas políticamente hablando, pero que son de sentido común y necesarias para cambiar de verdad el destino de nuestro país.

Se requiere de una economía abierta al comercio internacional. Las retenciones a las exportaciones y aranceles a las importaciones deberían ser del 0%. La protección debe llevarse a cabo solo con un Dólar competitivo, bajos impuestos y leyes laborales más flexibles. Bajo este contexto, Argentina debería firmar acuerdos de libre comercio con todo el mundo; hasta con China.

También se necesita un tamaño del Estado más pequeño para que todos los bienes y servicios sean mucho más baratos. Absolutamente todo lo que compramos está lleno de impuestos. La factura de luz, gas, agua, la garrafa, los alimentos, la ropa, etc. Y para bajar drásticamente los impuestos, es necesario que el Estado gaste lo menos posible. No es algo que se logre de la noche a la mañana. Algunos componentes del gasto público se pueden atacar rápidamente, pero dentro del sector público, habrá que introducir reformas que llevarán años y quizás décadas hasta que terminen de consolidarse. Obviamente que debe haber menos gente que viva de la política, militantes y "ñoquis" en el Estado, que son una estafa para el buen empleado público y el contribuyente, ya que muchos empleados públicos están cobrando menos de lo que les corresponde a causa de que hay un ñoqui.

Además hay que regionalizar el país, ya que hay demasiados Municipios en las Provincias. No hay manera de bajar los impuestos sin bajar el gasto público de manera significativa. Y para ello, hay que ir contra los sectores donde más se gasta. Por ejemplo, la coparticipación federal representa el 10% del PBI. Sería más conveniente que el Estado se quede con esos impuestos de origen federal, con éstos se financie la Salud y Educación de las Provincias, y ellas cubran sus administraciones gubernamentales con recursos propios. También se van a tener que reprivatizar las empresas que se reestatizaron, ir a un esquema de obra pública diferente, y eliminar de cuajo todos los subsidios económicos modificándole las cláusulas a las empresas privadas para que las tarifas aumenten de forma gradual, tal como lo hizo Guillermo Dietrich con el boleto de los colectivos cuando fue Ministro de Transporte del gobierno de Macri. En cuanto a las privatizaciones de los 90’s, el hecho de que algunas no se hayan instrumentado correctamente no significa que esté mal tomar dicha medida.

El motivo por el cual hay que hacer estas reformas en el Estado es para que existan menos impuestos dentro de los productos que la gente consume, y que el salario de bolsillo no sea un 30% inferior al que es actualmente.

Como soy liberal clásico, yo pondría al Estado a producir solo los bienes públicos, que son Salud Básica, Educación Básica, Seguridad, Justicia y Diplomacia.

Por ejemplo, no hay ningún argumento para que el país cuente con una aerolínea de bandera, como Aerolíneas Argentinas (que incluso es un nido de sindicalistas delincuentes y mafiosos), una petrolera estatal, ni mucho menos un cine, como es el IMAX de la Provincia de Misiones. Lo mismo puedo decir sobre la decisión del gobierno de haber congelado los servicios de Internet, la TV paga y la telefonía celular.

En el caso de Aerolíneas Argentinas, si se optara por declarar cielos abiertos, los empleados volverían a trabajar en otra empresa en tan solo tres meses, mientras se les puede dar un subsidio por desempleo. Tengan en cuenta que Argentina es un país gigante con bellezas naturales enormes para visitar. Cerrar Aerolíneas no debería causar un problema de desocupación para quienes trabajan allí.

Con respecto al sistema jubilatorio, la ley hace referencia al 82% móvil, pero lamentablemente no se puede pagar. Si la ciudadanía quiere cumplir con la ley, entonces debe entregarle al sistema jubilatorio una porción del Impuesto a las Ganancias, el IVA, el Impuesto a las Transacciones Financieras (más conocido como Impuesto al Cheque), y el resto de los impuestos, porque con todo aquello que se cobra de los aportes personales y contribuciones patronales no alcanza. Esto se debe a que el sistema jubilatorio necesita cuatro activos por cada jubilado y hoy tiene apenas dos, y por su parte, Néstor y Cristina jubilaron cerca de 3 millones de personas sin aportes. La ley no se puede cumplir, excepto si se resuelve el problema de esta manera o si se empieza a racionalizar el sector público, se encara el problema fiscal, y se introducen las reformas en el Estado que acabo de mencionar, para que no se siga perjudicando a los jubilados, la gente que trabaja en el sector privado, y los buenos empleados públicos actuales. De no ser así, habría que pagar lo que el sistema da, que es la mitad.

Por otro lado, hay que hacer una reforma laboral, ya que tenemos 6 millones de personas trabajando en negro, en total estado de precarización. Argentina necesita leyes laborales mucho más flexibles que permitan democracia sindical, descentralización de la negociación colectiva (hoy está absolutamente centralizada), ponerle fin al Unicato Sindical, que consiste en una suerte de "dispositivo" de los convenios colectivos de trabajo por el cual un Secretario General puede gobernar indefinidamente, y quitarle las obras sindicales a los sindicalistas. Al empleado no hay que quitarle una parte de su salario para financiarlas. Eso debería ocurrir solo para afiliados. Además el empresario no puede ser solidariamente responsable por los aportes sindicales, entre muchas otras cuestiones.

Todos los países que crecen sostenidamente en el tiempo se dedican a esto en términos económicos, a la inversa del nuestro. No estoy inventando nada nuevo, raro o extraño. Es algo que se hace dentro de este planeta, por lo tanto, el país no se va a prender fuego con todo este conjunto de medidas. Al contrario, por no realizar estos cambios es que Argentina tiene en promedio una crisis cada 10 años durante este último medio siglo. Si optáramos por el camino que yo propongo (bien hecho, con apoyo social, político, sindical y empresarial), pienso que el país no se incendiaría.

Mis ideas consisten en que hay que dedicarse a comerciar, cobrar bajos impuestos y con un mercado laboral bien desregulado.

Actualmente la estamos pasando mal, pero no es imposible cortar con esta tendencia que parece llevarnos a ser un país miserable en el futuro. Para lograrlo, hay que empezar diciendo la verdad, explicando cuáles son aquellas cosas que debemos hacer. Y por supuesto, hacerlas.

El protagonista debe ser el individuo, y hay que gobernar pensando únicamente en él.

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