La experiencia económica de Perú


A principios de los años 90, durante el mandato presidencial de Alberto Fujimori y luego de la salida de Alan García, Perú cambió su modelo económico, el cual le permitió acabar definitivamente con la hiperinflación, la recesión que atravesaba el país por varios años, y alcanzar un buen comportamiento de su economía, bajas tasas de inflación y desempleo, y una disminución de la pobreza.

Desde la década del 60 hasta 1990, la estrategia peruana consistía en la intervención del Estado en todas las áreas económicas decisivas, comenzando por el Programa de Protección a la Industria Nacional, basado en la sustitución de importaciones. Se trataba de la imposición de restricciones a las importaciones para proteger a las industrias nacionales. Luego, se continuó con la nacionalización de recursos naturales, la creación de empresas públicas, la expropiación de empresas privadas, y se adquirieron otras que se encontraban al borde de la quiebra.

Con el correr del tiempo, esto fue generando graves problemas en el presupuesto del gobierno, aumentos masivos del gasto público y constantes déficits fiscales, que fueron financiados en parte con la emisión de moneda local. La consecuencia de estas políticas fue una crisis hiperinflacionaria.

En 1978, la tasa de inflación anual ya había superado el 50%. Para 1988, llegó al 667%; y para 1990, alcanzó un máximo de 7.481%.

Por su parte, el crecimiento promedio del PBI per cápita fue de -1,9% anual. La tasa de pobreza aumentó del 41% en 1985 al 55% en 1991. Además hubo tres años de fuertes caídas de la actividad económica. La primera fue del 10% en 1983; la segunda, del 9% en 1988; y la tercera, del 12% en 1989.

Todos estos datos son del Fondo Monetario Internacional (FMI).

La crisis económica y social de Perú provocó un cambio de modelo económico en 1990. Tal es así que en 1989, Mario Vargas Llosa se postuló como candidato a Presidente con un programa liberal. No resultó ganador; pero su contrincante electo, Alberto Fujimori, también optó por este camino, luego de oponerse inicialmente a la implementación de medidas de esta característica.

A partir de la década del 90, Perú se volcó por la reducción del tamaño del Estado, garantizándole al mercado una mayor participación en la economía. Se buscó mayor disciplina fiscal, una liberalización comercial absoluta, libre movilidad de capitales, y la privatización de empresas estatales. Adicionalmente, se disminuyeron los controles de precios y los subsidios económicos.

Estas reformas alentaron la inversión extranjera directa; y gracias a ella, se fue gestando un modelo económico impulsado por la iniciativa privada.

Los primeros resultados comenzaron a verse apenas en los primeros años.

En 1991, la inflación cayó al 400%. Un año más tarde, al 73%. Y desde 1997 hasta 2021, Perú no superó la barrera de la tasa de inflación del 10%.

El PBI per cápita también comenzó a recuperarse a partir de 1993, luego de haber caído en 1992 a los niveles de 1960.

Sin embargo, la tasa de pobreza comenzó a disminuir considerablemente una década después de implementarse las reformas. En 2004, el porcentaje de población sobre la línea de pobreza era del 58%. Recién en 2019 bajó al 20%. Estamos hablando de más de 9 millones de personas que salieron de esa situación.

Perú es el país que más redujo la pobreza en los últimos 15 años. Asimismo, Entre los años 2000 y 2009, hubo un crecimiento del PBI per cápita del 4%; mayor al promedio de los países de América Latina y el Caribe (1,6%). En la década siguiente, el PBI per cápita creció un 3,2%, mientras que el de América Latina fue del 1%.

Otro dato importante es que el crecimiento económico peruano nunca entró en terreno negativo durante las últimas dos décadas; incluso cuando cayeron los precios internacionales de las commodities. Por el contrario, en los últimos 20 años, la economía peruana fue la que más ha crecido en Latinoamérica después de la de Chile. Tampoco ha aumentado el desempleo en Perú a pesar de la volatilidad de los mercados internacionales.

Este modelo económico está basado en la exportación e importación de recursos naturales. Los principales productos exportables de Perú son el cobre, oro y petróleo. Para 2019, las exportaciones de metales minerales representaban el 45% del total.

La fuente de todas estas estadísticas es una estimación del Banco Mundial.

En síntesis: hasta 2021, Perú estuvo siguiendo los pasos de Chile al mantenerse como una economía de mercado, abierta y estable; con acuerdos de libre comercio con todas las regiones y naciones más importantes del mundo. Otros países latinoamericanos que se animaron a adoptar estas políticas pueden ser Uruguay o Paraguay.

En materia cambiaria, Perú aplicó un sistema de convertibilidad similar al de Argentina durante el gobierno de Carlos Menem, pero sin la utilización de una caja de conversión ni la fijación del tipo de cambio. Al igual que Argentina con el peso, pusieron al sol peruano a competir con el dólar, legalizaron el uso de la moneda estadounidense, y siguieron políticas monetarias muy responsables tratando de mantener el valor del sol, y a pesar de que no contaban con una caja de conversión, lograron eliminar la hiperinflación. Como Perú fue a un régimen de flotación limpia y no fijó el tipo de cambio, la estabilidad de precios no la alcanzó tan rápido como Argentina en la década del 90, ya que al principio, había una gran demanda de dólares y la moneda local se devaluó mucho; pero con el paso de los años, los peruanos se fueron acostumbrando cada vez más al sol, entonces la moneda local comenzó a apreciarse y la economía se fue estabilizando, bajo un contexto en donde el gobierno de Fujimori, en términos fiscales, ha gastado de manera razonable. 
Hoy en día, Perú tiene tan solo 3,4% de inflación anual, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI); y cuenta con una libre elección de la moneda. La gente puede manejarse con soles peruanos o dólares. Por ejemplo, si uno quiere tener una cuenta en soles y pide dólares, el cajero automático se los da al tipo de cambio oficial de ese momento; y si la gente tiene una cuenta en dólares y pide soles, el cajero automático también se los entrega sin ningún inconveniente. Si uno va al banco y quiere comprar dólares, le venden al cliente la cantidad de dinero que desea sin que exista un límite o requisito en particular. Además el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) maneja la expansión del crédito en dólares y en soles. No puede imprimir dólares, pero sí instrumentar encajes legales, subirlos, bajarlos, poner regulaciones respecto a la expansión del crédito en dólares, y cuidar de que la gente que toma créditos en dólares tenga ingresos relacionados con la misma moneda para evitar defasaje de monedas.

Con este régimen cambiario, la demanda de soles peruanos dio lugar a que la moneda de este país se vaya apreciando con respecto al dólar, y de esta forma, el BCRP se vea obligado a hacer una política monetaria en defensa del valor del sol sin que sea necesario fijar el tipo de cambio como había hecho Argentina en Abril de 1991; mientras que el gobierno debe trabajar con igual prioridad sobre la política fiscal; gastando y recaudando impuestos moderadamente.

El BCRP no administra el tipo de cambio, sino que se encarga únicamente de cuidar el valor de la moneda controlando la emisión monetaria. Para entrar más en detalles en relación al régimen cambiario de Perú, deben saber que al existir un tipo de cambio libre y flotante, la principal característica está en que el precio del dólar lo fija el mercado en función de la oferta y la demanda, y el BCRP no interviene comprando y vendiendo dólares en dicho mercado, como sí ocurre cuando en una economía existe lo que se denomina "flotación administrada", donde el Banco Central se encarga de regular el valor del dólar en conjunción con el mercado; para evitar que éste último lo cotice a un precio muy alto o muy bajo. Por su parte, la diferencia entre el tipo de cambio fijo y la flotación administrada está en que si la economía cuenta con un tipo de cambio fijo, entonces ya es solamente el Banco Central de ese país quien se encarga de determinar el precio del dólar, sin que el mercado actúe conjuntamente; o sea que la responsabilidad ya es exclusiva del Banco Central. También es primordial saber que sin tipo de cambio fijo no hay caja de conversión. Como en el caso de Perú existe una flotación limpia, se deja que el tipo de cambio fluctúe libremente y, dado que la mayoría de las personas se inclina hacia el sol peruano por factor confianza, la demanda de divisas es poco significativa y el precio del dólar no se vuelve una amenaza; como suele pasar en Argentina.

En otro orden de cosas, la principal crítica al modelo económico peruano tiene que ver con el aumento de la desigualdad entre las regiones de dicho país.

Un estudio realizado por economistas de la Universidad de Alcalá muestra que en 2013, la ciudad de Lima contaba con el 44% de la producción nacional, el 61% de la producción industrial y el 54% del comercio.

Los mismos autores del estudio han dado a conocer la siguiente información:

En 1975, la diferencia entre el PBI per cápita de Lima y el resto de las regiones era de unos 7 mil soles peruanos. Pero hasta 1990, el PBI per cápita del resto de las regiones se mantuvo constante, mientras que el de Lima comenzó a disminuir; y si esta tendencia a la baja continuaba, Lima y las otras regiones iban a volverse igual de pobres.

Posteriormente a 1990 y el período de reformas, el PBI per cápita del resto de las regiones comenzó a crecer después de muchos años. En tanto, Lima revertió la tendencia decreciente.

El éxito de un modelo económico se debería basar, en gran medida, en cuántas posibilidades tienen los menos favorecidos en un país para mejorar su situación. Las cifras en Perú muestran que millones de personas pudieron salir de la pobreza; y que todas las regiones (incluyendo Lima) comenzaron a crecer. Por ejemplo, Apurímac, uno de los departamentos con ingresos por persona más bajos, disminuyó drásticamente la tasa de pobreza desde 2007 hasta 2013. De 64,6% a 20,8%.

Lo ideal sería que las regiones particularmente más pobres pudieran crecer a tasas aún mayores. Por eso es que en Perú han existido varios intentos de descentralización para redistribuir el poder político.

A nivel nacional, el Banco Mundial afirma que el Coeficiente de desigualdad Gini de Perú era de 0,53 en 1997. Y hasta 2019, dicha cifra cayó a 0,41. O sea, ha habido una mejora en la igualdad de los ingresos, que se expresa en una baja del Coeficiente de Gini.

Otra manera de representarse esta variable es a través del Índice de Gini, que simplemente consiste en multiplicar el Coeficiente de Gini por 100, y así obtener el resultado en términos porcentuales. Esto equivale a decir que en Perú, el Índice de Gini fue de 53% en 1997, y 41% en 2019.

El problema que se ha mantenido en Perú, a pesar de las bajas tasas de pobreza, el aumento de las exportaciones y el crecimiento económico sostenido a lo largo de las últimas dos décadas, es el que está vinculado con la corrupción.

En el Índice de Percepción de la Corrupción de 2019, Perú ocupó el puesto nº 101 entre 198 países; mientras que cuatro Presidentes recientes estuvieron y están siendo investigados al día de hoy por presuntos pagos ilícitos de la empresa constructora brasileña Odebrecht.

De hecho, en este aspecto, Fujimori ha sido muy criticado por la corrupción de su gobierno por muchos años.

Conclusiones contundentes:

Considerar el caso de Perú como un "milagro económico" es relativo y subjetivo. Ha sacado a millones de peruanos de la pobreza, pero sigue siendo un país de ingresos medios; aún comparándolo con otros de la región.

No obstante, es un ejemplo a tener en cuenta para salir de una gran crisis económica y social en pleno proceso hiperinflacionario. También es un modelo económico que cualquier país que atraviesa una decadencia de largo plazo, como Argentina, debería llevar a la práctica.

En 2021, luego de las Elecciones Presidenciales en Perú que dieron por ganador a un político con ideales de extrema izquierda, como Pedro Castillo, veremos si se continúa con este esquema económico, o si el Presidente que acaba de asumir comienza a aplicar medidas socialistas y termina transformando a este país en uno de los más pobres del mundo, tal como le pasó a Venezuela.

Si Castillo termina siendo el Nicolás Maduro peruano, a sus compatriotas los espera lo peor...

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