¿Por qué la economía de Hong Kong se volvió tan exitosa?


¿Cómo se podría explicar que un territorio tan pequeño, con apenas un poco más de 7.000.000 de habitantes y pocos recursos naturales, pueda llegar a producir más riqueza por persona que su antiguo colonizador, el Reino Unido?

Este es el ejemplo de Hong Kong. Una de las regiones más ricas del mundo. Es la puerta de entrada a China y el resto de Asia para los inversores extranjeros. Pero históricamente, esto no siempre fue así.

A mediados del Siglo XIX, el Reino Unido exportaba ilegalmente opio a China desde lo que hoy conocemos como la India. Pero China se oponía fuertemente a la importación de esta droga, lo cual terminó provocando un conflicto entre ambos imperios. Los británicos vencieron; y recibieron el pequeño territorio de Hong Kong como parte de un acuerdo de paz. Estuvo bajo dominio británico hasta 1941, año en el que fue ocupado por Japón. Pero en 1945, Hong Kong fue liberado por tropas británicas y chinas. La población se había reducido de 1.600.000 personas a 600.000; y la economía estaba completamente arruinada. 

En 1949, los comunistas llegaron al poder en China, lo cual incentivó la inmigración de empresarios y trabajadores chinos hacia Hong Kong. En su mayoría, eran inmigrantes de Shanghái (la ciudad capitalista china de la época). Estos empresarios contaban con experiencia industrial, cualificación técnica y comercial, y en muchos casos, se habían formado en instituciones occidentales.

Según el testimonio de Milton Friedman, el economista estadounidense que visitó el lugar en 1955, Hong Kong era un sitio miserable para la mayoría de sus habitantes. Las viviendas temporales que el gobierno había construido para albergar a los refugiados eran edificios con una habitación para cada familia. El hecho de que la gente aceptara estas viviendas miserables era un testimonio de la intensidad de su deseo de abandonar la China comunista. En otras palabras, estos inmigrantes refugiados no tenían derecho a nada. Solo a trabajar y crear empresas.

Los empresarios de Hong Kong fundaron un gran número de pequeñas y medianas empresas; especialmente, en el sector textil. También nacieron otras industrias; como la del plástico y la electrónica, para satisfacer la creciente demanda de productos manufacturados en América del Norte y Europa. En 1955, el 91% de estas empresas empleaba unos 100 trabajadores o menos.

La rápida industrialización de la década del 50 se debe a que se protegían los derechos de propiedad, el Poder Judicial era independiente y había una mínima intervención de las autoridades coloniales inglesas. Mientras el Reino Unido establecía en su territorio un Estado de bienestar intervencionista, Hong Kong gozaba de una política económica fundamentalmente de libre mercado, liderada por el británico John Cowperthwaite, Secretario de Finanzas de Hong Kong desde 1961 hasta 1971.

A pesar de la oposición de Londres pero con el apoyo de la comunidad empresarial local, el Secretario apostó por el libre comercio, poca intervención estatal en la economía, una estricta política fiscal, bajos impuestos y un mercado laboral flexible. Para la mayoría de los economistas, no hay mejor ejemplo que Hong Kong para reflejar los ideales del menor intervencionismo posible en la economía promovidos por Adam Smith.

Desde el comienzo del dominio británico, Londres quiso implementar en Hong Kong determinados planes económicos y fiscales como en sus colonias de otras partes del mundo. Legalmente, el Reino Unido tenía un control total sobre el gobierno de Hong Kong; y por supuesto que tenía la preferencia de ejercer su poder como en otras colonias. Pero en Hong Kong utilizaron diferentes estrategias para eludir las directrices del Reino Unido. Ignoraban la correspondencia desde Londres y retrasaban la aplicación de las instrucciones para las reformas políticas, laborales y sociales.

El caso de Hong Kong es llamativo, porque la mayoría de los territorios coloniales estaban integrados con la economía británica; y dependían de los mercados financieros y de productos básicos de Londres. Pero el hecho de que se haya optado por una extensión de la economía china le daba cierta libertad a la administración encargada del territorio. Aún así, los políticos británicos consideraban que era inevitable que Hong Kong aceptara implementar impuestos, porque esperaban que en cierto modo buscaran su ayuda para la reconstrucción económica del territorio, por lo cual era justo que la colonia contribuyera con un impuesto sobre la renta de las personas. Sin embargo, los funcionarios de Hong Kong no tenían la intención de buscar financiamiento británico, y no estaban dispuestos a ampliar servicios sociales porque pensaban que gran parte de la población estaba conformada por inmigrantes de Francia que no tenían derechos a prestaciones financiadas con fondos públicos. Por eso es que no tenía sentido gravar a los residentes permanentes para proporcionar instalaciones y beneficios para una población transitoria. Además los constantes excedentes de las cuentas de la administración colonial durante casi todos los años hizo innecesario el aumento de los impuestos.

A mediados de los años 50, el Reino Unido se había dado cuenta de que las finanzas de Hong Kong ya no estaban bajo su control. Comparativamente con otros países del este asiático (como Singapur, Corea del Sur o Taiwán), Hong Kong no tenía una política tecnológica o industrial específica. Los empresarios dependían solo de ellos mismos. La transformación de la economía de Hong Kong, que pasó de estar en las ruinas a ser exportadora y competitiva a nivel mundial, la convirtió en un caso éxito de libre mercado. Hay que decir que los otros 3 países asiáticos tuvieron mayor participación del Estado y también fueron exitosos; pero con la diferencia de que el gobierno de Taiwán había invertido fallidamente en la promoción de otras industrias, antes de dar con una que sí tuvo buenos rendimientos. Por lo tanto, en Taiwán se desperdiciaron recursos públicos en el intento de encontrar una industria rentable y ganadora, que fue la de la alta tecnología. Por el contrario, en Hong Kong, cada empresario era responsable de su éxito y su fracaso; y su capital era el que estaba en juego. 

Todo este modelo de desarrollo fue defendido particularmente por Cowperthwaite, conocido por su firmeza al rechazar frecuentemente todo tipo de propuestas encaminadas a reforzar el poder de la administración pública. Lo destacado es que mantuvo su posición aún cuando había más presión por el aumento del gasto público, porque es normal que cuando un país es pobre, el gobierno actúe de forma limitada; y cuando comienza a crecer y acumular riqueza, las presiones para aumentar el gasto social se vuelvan altas. Esto es algo similar al contexto chileno más reciente, referente a su nueva Constitución.

La primera etapa del desarrollo de Hong Kong se había basado en la industria manufacturera. Pero las reformas económicas de la China continental y su política de apertura a la inversión extranjera implementada por Deng Xiapoing a partir de 1978 cambiaron profundamente la naturaleza de los negocios en Hong Kong. El sector manufacturero había comenzado a decaer desde fines de los 70, debido al aumento del precio de la tierra y los salarios. Como China estaba abriéndose comercialmente, Hong Kong reubicó su producción en las zonas económicas especiales de la Provincia fronteriza de Guangzhou. Allí podía aprovechar la mano de obra abundante y barata, y seguir disfrutando de las mismas condiciones no intervencionistas que predominaban en su territorio. Esto llevó a que la participación de la industria en la economía disminuyera del 31% en 1980 al 8% en 2008, y que el sector de los servicios aumentara del 68% al 92% en dichos años.

En 1997, la economía de Hong Kong se había vuelto un centro de servicios de alto valor agregado, referente a las finanzas, gestión empresarial, logística y comercio, entre otros, tanto para empresas chinas como las del resto del mundo, que buscan acceso a los mercados asiáticos. 

Un detalle importante es que en los años 80, hubo incertidumbre en cuanto al sostenimiento de las instituciones que habían hecho rico al territorio; porque en 1984, se declaró que Hong Kong dejaría de ser territorio bajo el control británico desde Julio de 1997. Asimismo, se llegó a un acuerdo con China que mantendría el principio "Un país, dos sistemas"; es decir, se respetaba la autonomía del territorio, mientras se le permitía conservar su sistema capitalista y su modo de vida durante un período de 50 años. O sea, hasta 2047. 

Lo interesante de este tratado es que dentro de China, rigen los sistemas comunistas y capitalistas en distintas zonas del territorio. Pero las que más crecen son justamente las 13 áreas que abrieron al libre mercado, y que replican el modelo de Hong Kong. Gracias a su apertura comercial, China ha sacado de la pobreza unas 80 millones de personas por año en promedio, según datos del Banco Mundial; y va camino a ser la economía más grande del mundo. En términos del PBI per cápita, a este país todavía le queda mucho por crecer. Recordemos que allí viven 1.411.000.000 de personas.

Aparentemente, el acuerdo político se había cumplido hasta el año 2020, cuando el gobierno chino introdujo la nueva ley de seguridad en Hong Kong; y no se sabe si habrán consecuencias negativas a largo plazo o si se mantendrán las instituciones y políticas que han tenido éxito hasta ahora.

Pero al menos hasta 2019, Hong Kong demostró ser un experimento de un país en desarrollo basado en la libertad económica. Desde 1995, ha ocupado los primeros lugares en el Índice de Libertad Económica en el mundo. De hecho, hasta fines de la última década, aparecía en el puesto nº1.

Desde 1962 hasta 2019, Hong Kong tuvo un crecimiento económico promedio anual de 5,9%. Y en los últimos 58 años, su economía solo decreció en 1998, 2009 y 2019.

En el Índice de Desarrollo Humano, para 2018, Hong Kong ocupaba el puesto nº7; por encima de países como Suecia, Dinamarca y Canadá.

Su gasto público es uno de los más bajos del mundo. Representa aproximadamente el 18% del PBI. Y si miramos la deuda pública del gobierno, ésta es tan solo del 0,05% del PBI.

En 2019, Hong Kong también ocupó el puesto nº3 en el Índice de Competitividad Global (The Global Competitiveness Index).

En síntesis, Hong Kong logró salir del subdesarrollo para llegar a ocupar los primeros lugares de casi cualquier indicador.

No obstante, hay un problema que es evidente, ya que la pobreza ronda el 15% de la población. Obviamente que si la comparamos con la de países como Argentina o Venezuela, la cifra es considerablemente baja. Pero no lo es para una región tan desarrollada.

La causa más importante se debe al creciente costo de la vivienda. En los últimos años, han surgido alternativas económicas, como los microapartamentos denominados Opod Tube House, que contienen lo esencial y fueron diseñados para una o dos personas con el fin de solucionar la escasez de vivienda. Pero esto no se debe al limitante físico de Hong Kong, sino a que el mercado inmobiliario está fuertemente controlado por el Estado chino. Si hubiera una menor regulación, Hong Kong podría disponer de un mayor terreno para las viviendas y evitar que éstas se coticen a precios tan elevados. Cuando uno viaja desde Shenzhen hasta Kowloon, notará que sobra espacio físico. Pero es el Estado chino quien se niega a otorgarle las licencias para realizar viviendas a las constructoras (que sustentan un oligopolio dentro de Hong Kong). Además hay un montón de chinos queriendo comprar propiedades; y eso tampoco ayuda a que se mantengan bajos los precios, por ley de oferta y demanda.

También es cierto que la política ultraexpansiva de los bancos centrales ha influido en el alto precio de la vivienda, y han inundado de dinero a la economía. En los países desarrollados, es prácticamente gratis pedir dinero prestado, porque las tasas de interés de referencia son BASTANTE cercanas al 0%. Esto ha distorsionado los incentivos y provocó que los inversionistas de todo el mundo inviertan su capital en activos inmobiliarios, creando una posible burbuja que quizás explote en el mediano plazo.

Hong Kong debería resolver el problema actual de la vivienda, y sostener las políticas de libertad económica en su territorio. Pero más allá de estas observaciones, los resultados que han generado sus medidas a lo largo de todo este tiempo han sido extraordinarios sin ningún tipo de duda.


Algunas fuentes de interés:

- Minardi, Jean-François (2013). Hong Kong: The Ongoing Economic Miracle. Montrela Economic Institute.

- Goodstadt, Leo. (2010). Fiscal freedom and the making of Hong Kong’s capitalist society. China Information.

Comentarios