Necesitamos menos perspectiva de género y más soluciones reales


A medida que pasan los años, se vuelve más evidente que los políticos y jueces están haciendo algo mal en cuanto a la lucha contra la criminalidad en nuestro país.

Entre las noticias recientes, se ha anulado la condena del asesino de Chiara Pérez; y se suspendió el juicio al abusador Juan Darthés.

Además, llevamos treinta femicidios en lo que va de 2022; y el año recién comienza.




Desde ya que estas noticias son verdaderamente indignantes. 

Ahora bien, si nos ponemos a analizar cuáles fueron las iniciativas que se han tomado a lo largo de todo este tiempo frente a dicha problemática, veremos que se han pintado banquetas de color rojo en varias ciudades argentinas (como Santiago del Estero), se promovió el lenguaje inclusivo desde fines de la década anterior, se dictaron cursos de deconstrucción en las universidades y empresas, etc.




Quizás ya sea hora de aceptar que ninguno de esos métodos son efectivos para reducir la tasa de criminalidad, y que por el contrario, es necesario buscar soluciones concretas.

En lo inmediato, hay que empezar por condenar a los criminales por sus crímenes. No es tan difícil entender que aquellas personas que violan, golpean y matan mujeres tienen que ir a la cárcel. Pero parecería ser que para cierto sector ideológico, sí lo es.

Y a quienes dicen que el punitivismo nunca ha funcionado les informo que en Estados Unidos, la política de tolerancia cero logró que entre 1990 y 2007, el índice criminal bajara en un 77%, según el New York Times. De hecho, la ciudad de Nueva York es considerada en el mundo como un paradigma en la lucha contra el delito urbano. Pero claro, para los izquierdistas que estudian en la Universidad de Buenos Aires, esas medidas son fascistas porque nos costaron la vida de Santiago Maldonado y George Floyd, un criminal misógino y drogadicto cuya vida terminó en las manos (o en los pies) de la policía de un estado demócrata...

La cuestión es que en Argentina, la estrategia que se ha aplicado últimamente contra los asesinatos y las violaciones no ha funcionado en lo más mínimo.

Por su parte, un hombre golpeó a una mujer en una terminal de buses. Se trata de José Schulman, el Presidente de la Liga Argentina por los Derechos Humanos. 

¿Qué significa eso? Que es un funcionario kirchnerista, motivo por el cual no vamos a escuchar a mujeres como Victoria Donda decir una palabra al respecto.


Por cierto, dentro de este espacio político, hay senadores como José Alperovich, acusado por violar a su sobrina, y Jorge Romero, denunciado por abusar sexualmente a una militante de La Cámpora.



También quiero recordarles que a la Izquierda nunca le importó realmente hacer justicia, y siempre ha rechazado el punitivismo.

Por algo sus diputadas feministas votaron contra la cárcel efectiva para violadores el 23 de Noviembre de 2016.



Asimismo, la Jueza feminista Leticia Lorenzo dejó en libertad a un pederasta reincidente en 2020 para que no se contagiara de coronavirus en la cárcel.


Y ni hablar de la abogada feminista Raquel Hermida Leyenda, que defendió al femicida Daniel Bellini en 2008, acusando a la víctima de haberse suicidado por ser una loquita anoréxica de la noche.


No caben dudas de que a esta gente no le interesa acabar con los criminales y violentos. 

Acá hay un negocio que consiste en hacer que las mujeres sean violadas y asesinadas para que de esa forma, se puedan crear más ministerios, organismos, agendas, y demás tongos con los gobiernos que quieran financiar toda esta mentira y beneficiarse políticamente. 

Y mientras a las militantes feministas les sacan plata vendiéndoles pañuelitos de colores, ellas se tragan todo el discurso sin hacerse una sola pregunta. Para colmo, piensan que los "misóginos" o "machirulos" somos nosotros por exponerlo y denunciarlo.

Lo lamento, flaca. Soy el primo malo que te dice que Papá Noel no existe. Me chupa diez millones de huevos si eso te ofende.

La verdad es la verdad. 

La diga yo, la diga Dios, o la diga el diablo.

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