¿Por qué Martínez de Hoz no fue liberal?
A pesar de la insistencia del Kirchnerismo al vincular al Liberalismo con la dictadura militar argentina de los 70, que ha tenido a José Alfredo Martínez de Hoz como Ministro de Economía, existen al menos cuatro razones que explican por qué dicha relación es total y completamente falsa.
La primera se debe a que ya es de por sí contradictorio endilgarle una DICTADURA al Liberalismo. Por definición, es verdaderamente absurdo, ya que el Liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo. Esto no tiene absolutamente nada que ver con un gobierno antidemocrático que restringe las libertades individuales.
Por otro lado, las tres razones restantes acerca de la incompatibilidad entre el Liberalismo y el gobierno militar del que Martínez de Hoz fue parte son de índole económica.
Para ser más exacto, hablamos de la cuestión fiscal, cambiaria y comercial. Y voy a explicarlas a continuación:
Durante todo el período de la dictadura, que comenzó en 1976 y finalizó en 1983, existió un déficit fiscal monstruoso (el mismo que tanto odiamos los liberales) que los militares heredaron de gobiernos anteriores y se negaron a eliminar o reducir mediante un fuerte recorte del gasto público. En lugar de eso, Martínez de Hoz intentó hacer un ajuste gradualista, cubriendo los gastos que excedían la recaudación mediante la toma de préstamos externos en dólares.
En consecuencia, el ingreso masivo de dólares a la economía argentina produjo, por ley de oferta y demanda, una depreciación de la moneda estadounidense y una sobrevaloración del peso. De pronto, nuestras exportaciones resultaban carísimas en dólares, y las importaciones se abarataron. Esto fue lo que provocó la destrucción del aparato industrial, la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo, un aumento de la pobreza, desnutrición y la aparición de ollas populares. El PBI industrial cayó un 16%. Por lo tanto, la causa del problema no fue la apertura indiscriminada de la economía al comercio exterior.
Fue el déficit fiscal (que llevó al Estado a endeudarse en dólares) el que generó atraso cambiario y anuló la competitividad de nuestros productos.
Además un liberal está totalmente en contra del endeudamiento externo, porque eso implica cobrarle impuestos a futuras generaciones. Y como mucha gente ya sabe, un liberal aborrece los impuestos.
Dicho sea de paso, no solo faltó disciplina fiscal, sino también una baja de la presión tributaria.
Incluso puedo mostrarles esta tabla, en donde figura el gasto público del gobierno militar y el déficit fiscal como resultado año tras año:
En cuanto a la política cambiaria, y como consecuencia del excesivo endeudamiento externo, el Dólar nunca estuvo tan barato como en la época que estamos tratando. Ni siquiera en comparación con el atraso cambiario que existió en los últimos años del Menemismo o el segundo mandato de Cristina Kirchner. De hecho, durante el gobierno de Martínez de Hoz existió la famosa tablita cambiaria, que implicaba pequeñas devaluaciones que se ajustaban por la inflación a lo largo del tiempo, pero que aún así, no alcanzaban para corregir el abaratamiento del Dólar en comparación con los precios del resto de los bienes de la economía.
En simples palabras, no hubo un tipo de cambio competitivo, que es una herramienta crucial para el funcionamiento de una economía con libre comercio.
Como si esto fuera poco, la liberalización de las importaciones no fue tal como la describen. Es cierto que a fines de los 70, hubo menos trabas a la importación; y esto fue plasmado en una campaña, tristemente célebre, donde se compraba una silla frágil de industria nacional frente a la atractiva propuesta de sillas importadas, y un locutor anunciaba al final: "ahora tiene para elegir; además de los productos nacionales, los importados". Sin embargo, en términos del PBI, las importaciones se redujeron alrededor de un punto entre 1976 y 1983. Estuvo lejos de existir una "apertura indiscriminada", como suele decirse.
En otro orden de cosas, tampoco se optó por una tasa de interés determinada por el mercado.
Conclusiones:
Para considerar como liberal en lo económico al gobierno de la dictadura militar, se tuvieron que haber implementado políticas en tal dirección. Pero está claro que eso no ha ocurrido. En general, el gasto público se mantuvo en los mismos niveles en los que se encontraba previo a 1975, acompañado de un alto déficit fiscal financiado con deuda, y atrasándose el tipo de cambio de manera máxima. Particularmente, en los primeros meses de 1981.
De este modo, si analizamos las políticas económicas del Menemismo y el Macrismo, a quienes también se los suele relacionar equivocadamente con el Liberalismo, veremos que muchas de las medidas que se tomaron tampoco fueron liberales. Sobre todo, las que se han adoptado en los cuatro años de la gestión de Mauricio Macri, si tenemos en cuenta las restricciones comerciales, el cepo cambiario, el endeudamiento externo o el increíble aumento de las regulaciones estatales desde 2018.
Económicamente, Argentina no dejó de caer desde mediados del siglo pasado; y esto incluye responsabilidad de cualquier gobierno, como puede ser el de Juan Domingo Perón, Arturo Frondizi o Arturo Ilia, por mencionar solo algunos. Y estoy siendo lineal ya que en cierta forma, todos han abrazado las mismas ideas y han fracasado.
Como siempre ha habido desajustes enormes que no se corrigieron, hemos sufrido una crisis en promedio cada diez años desde hace cinco décadas, tal como pasó con el Plan Inflación Cero de José Ber Gelbard, el Plan de Martínez de Hoz (tal como lo expliqué en esta nota), el Plan Austral, la convertibilidad, los doce años kirchneristas, los cuatro macristas y los tres del gobierno actual.
El motivo por el cual cometemos los mismos errores se debe a que la decadencia argentina es una moneda de dos caras: ganadores y perdedores. Quienes ganan con la miseria son un grupo no menor de políticos corruptos e ignorantes, empresarios prebendarios y una gran parte del sindicalismo argentino. Los perdedores, que compran el relato que les venden los ganadores de la decadencia, son los ciudadanos. Y una parte del relato es la que hace referencia a la sustitución de importaciones, ya que acá puteamos por lo caro que sale todo, pero al mismo tiempo, exigimos una industria nacional que se dedique a producir bienes con la economía cerrada al comercio exterior. Mientras tanto, en el resto del mundo, las empresas de cada país se dedican a competir entre sí.
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