La receta liberal


Según el Banco Mundial, la pobreza en Argentina es del 42%, y aparece entre las diez más altas de América Latina. En lo que concierna a la pobreza multidimensional, tres cuartas partes de los argentinos no logran dejar de ser pobres, según la Universidad Católica Argentina. Estamos hablando de una cifra mayor al 70%.

Así que por supuesto que hay que hablar pestes del Populismo demagógico de Argentina, que es el que ha causado este tipo de problemas a lo largo del último siglo.

El gobierno que asuma en Diciembre de 2023 tiene que anunciar una nueva reforma estructural del Estado que sea muy creíble, de la mano de un programa de rescate de LELIQs (que conforman una bomba que puede explotar tranquilamente, al igual que el cepo cambiario). Pero principalmente, la próxima administración tiene que impulsar medidas que permitan alcanzar el crecimiento sostenido en el largo plazo, y que el país ya no cuente con estos niveles altísimos de pobreza.

Para ello, no solo hace falta una profunda reforma del Estado, sino también una reforma del sistema previsional, una flexibilización laboral, la apertura de la economía al mundo, y el cierre de empresas públicas (como Aerolíneas Argentinas). Al Estado Nacional, dicha empresa le cuesta un millón de dólares por día. Lo mismo ocurre con los medios de comunicación públicos, como la TV Pública. Éstos cerraron el año 2022 con pérdidas récord; y proyectan para este año un déficit de casi 30 mil millones de pesos.

Desde ya hay que empezar a hacer campaña diciendo esto; sin importar si la gente decide o no votar la propuesta. Al menos la idea queda instalada; y los candidatos liberales del futuro la tomarán para seguirla difundiendo.

Sobre la reforma estatal, hay que bajar el gasto público para achicar el tamaño del Estado y bajar impuestos.

También hay que pensar en un proyecto que consista en federalizar el país; de manera tal que cada provincia viva únicamente de los impuestos que recauda. La coparticipación hay que eliminarla.

Federalismo es autonomía de las provincias; no redistribución de los ingresos fiscales. El Art. 1 de la Constitución Nacional habla de autonomía, sugiriendo que cada Estado Provincial se financie con lo que pueda recaudar. Pero lamentablemente, la maldita reforma constitucional de 1994 metió la coparticipación en la Constitución (cosa que antes no estaba). Es allí donde vemos un choque entre la autonomía y la coparticipación. La manera de solucionar este problema es haciendo que se coparticipe un solo impuesto, como puede ser el Impuesto al Valor Agregado, conocido como IVA; y que los demás impuestos los recauden las provincias eliminando todas las tasas.

Por otro lado, si uno mide lo que aporta cada una de las provincias a la recaudación federal, se encontrará con que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires aporta el 19% de toda la recaudación federal; y por ley recibe solamente el 2%. Mientras tanto, la Provincia de Buenos Aires aporta el 33%, y recibe el 22%. No hay ninguna provincia que reciba tanta desigualdad como CABA. Una provincia debe recibir impuestos por la misma cantidad que aporta.

Eliminar la coparticipación es una propuesta viejísima, que se viene planteando desde fines de los 90. Significa ponerle fin a una estafa, en la que hay uno que recauda y otro que gasta, pero sin que haya ningún vínculo entre ellos. Si la Provincia de Buenos Aires aporta 33% de recaudación, ¿por qué vamos a hacer que el pobre bonaerense financie a los amigos ricos de Gildo Insfrán en la Provincia de Formosa?

Por cierto, no hace falta reformar la Constitución Nacional para cambiar el esquema de coparticipación; porque aún sin reformarla, se podría coparticipar un único impuesto, pero cumpliendo con ella. Si bien la coparticipación debería estar afuera de la CN y el cobro de impuestos en Argentina no debería tener rango constitucional sino ser decidido de manera federal, hay que reconocer que es imposible reformar la Constitución Nacional.

Es más, no solo creo en el federalismo a nivel provincial, sino también a nivel municipal. Si se eliminan todas las tasas impositivas y contribuciones que hay, entonces los municipios van a poder recaudar únicamente sus propios impuestos (al igual que en el hipotético caso de las provincias). No hay nada mejor para los municipios que recibir dinero recaudándolo ellos mismos; como por ejemplo, mediante el Inmobiliario Residencial y Rural. Recordemos que así como hay redistribución de recursos fiscales entre Nación-Provincias, también la hay entre Provincias-Municipios. Y lo crítico de esto es que los municipios supuestamente más pobres reciben mucha menos plata que los más ricos.

En cuanto a los planes sociales, creo que hay que hacer una auditoría de todos aquellos que cobran uno, quitando los falsos y manteniendo los verdaderos, pero de forma condicionada. A las personas que no terminaron la primaria y la secundaria hay que exigirles que la completen; y cuando esto pase, habría que hacerlas trabajar por tiempo determinado a cargo del Estado. Ahora bien, al beneficiario de un plan social verdadero no hay que engañarla; porque para que esa persona vuelva a estar en condiciones de acceder al mercado laboral, hay que calificarla y formarla. A lo mejor eso lleva años. Y la gente de cincuenta años que vive en esa situación ni siquiera es contratada por el sector privado. O sea que ahí hay que focalizarse, pero esto implica muchísimo tiempo y trabajo.

En relación a las organizaciones sociales, pienso que directamente no debería haber misericordia. No hay que darles un solo peso. El plan social es para la persona que quedó afuera del sistema; NO para que haya mafias que lucran con dicha persona que fue excluida.

Al margen de estas reflexiones, vale la pena aclarar que achicar el Estado no significa eliminarlo. El Estado tiene que existir, pero su único rol debe consistir en devolverle los impuestos a la gente bajo la forma de bienes públicos: Salud Básica, Educación Básica, Seguridad, Justicia y Diplomacia. También se necesitan Fuerzas Armadas; pero para eso, se requiere presupuesto. Hoy, nuestra infantería no tiene balas para tirar, los aviones no tienen combustible para volar, y los barcos se nos hunden. Por lo tanto, urge tener un presupuesto razonable de capacitación de las Fuerzas Armadas con respecto al resto de los países. El papel que deben cumplir estas instituciones en la sociedad es fundamental.

En materia comercial, Argentina tiene que competir con el mundo. Sobre todo en provincias como Buenos Aires, que es la más grande y la que cuenta con mayor población. Esta provincia requiere de una gran reforma a nivel nacional; y una de ellas es la apertura al comercio, porque es la zona núcleo en la producción agrícola y ganadera.

Además no puede ser que en este país, una camiseta o una bombacha valga cinco veces más cara que en el exterior. Las industrias argentinas no deberían estar protegidas. Los países en donde la gente vive bien compiten con el mundo. Por ejemplo, los futbolistas de la Selección Argentina (que nos han dado la enorme alegría de verla campeona del mundo) han demostrado que espíritu de equipo y COMPETENCIA son claves para progresar. Lionel Messi, Julián Álvarez, Emiliano Martínez, y el resto del plantel no hubiesen alcanzado el éxito si no compitieran.

De este modo, hay que tener consenso sobre lo que hay que hacer; pero también es indispensable competir con el mundo.

Comentarios