El futuro de Argentina es liberal
En un país que tiene todo para crecer, como Argentina, la gente joven emprendedora se queda sin trabajo.
Entre otras razones, esto pasa porque existen leyes laborales que hacen que las empresas cierren y despidan gente. Al revés de lo que se cree, las leyes laborales actuales no defienden al trabajador. Todo lo contrario. Benefician únicamente los sindicalistas.
Los políticos argentinos no están del lado de los trabajadores. Por algo hace unos días, la policía de Horacio Rodríguez Larreta se metió con un tipo que estaba vendiendo empanadas en la vía pública, sacándole el instrumento de trabajo.
¿Además a quién le conviene como negocio que la gente no tenga trabajo, y que haya empleo en negro?
Fuera del pensamiento liberal, algunas personas sostienen que a los empresarios les conviene que haya muchos desempleados para que les resulte más barato contratar a una persona. Pero en realidad, es muy complicado gobernar un país con tanta pobreza, marginalidad e informalidad. A ese empresario que cree que le conviene el alto desempleo habría que decirle que algún día no va a poder salir de su casa; porque se va a encontrar con gente que directamente lo va a matar para comérselo en pedazos.
La cuestión es que a nadie le sirve este sistema de marginalidad y pobreza, salvo a una parte del espacio político kirchnerista.
Por el contrario, ojalá todos seamos muy ricos, como ocurre en los países donde la gente vive bien. Por eso es que hay que saber que en los países desarrollados, no se hacen las cosas que se hacen en Argentina. Las empresas de los países ricos compiten entre sí, motivo por el cual un automóvil no vale lo mismo que un trasatlántico. El Estado no viola a la gente a impuestos, y no existen las mafias sindicales. Lo que se hace en estos países es de sentido común. La competencia es sana, edificante. Si fuese mala, Lionel Messi se hubiera quedado pateando la pelota en el patio de su casa, en lugar de ser el mejor jugador de fútbol de la historia. Si Roger Federer no hubiera querido competir, se hubiese quedado pegándole a la pelota de tenis en el frontón del club de barrio de él, en lugar de ser el mejor tenista del mundo. Y así siguiendo.
Argentina tiene que dedicarse a la competencia, para que la economía crezca y se pueda generar empleo. De todas formas, vale la pena aclarar que el crecimiento económico no es lo único que se necesita, si bien éste es la sanación de muchos males. En parte, que la economía argentina no crezca desde 2011 tiene que ver con que el modelo económico que rigió entre 2003 y 2011 fue pan para hoy y hambre para mañana, al igual que el modelo de los años 90. Algunos kirchneristas podrán decir que durante el período de los Kirchner, se duplicó el empleo privado; pero con el correr de los años, el proceso de crecimiento se detuvo. De hecho, durante el Menemismo también se creció bastante; pero a fines de los 90, la economía dejó de crecer. Y lo mismo ocurrió con el plan económico de Raúl Alfonsín. Todos los programas económicos de Argentina han generado veranitos, incluyendo el de Mauricio Macri. Pero posteriormente, han terminado en grandes crisis. Así es cómo le ha ido al país en los últimos 50 años.
Para que la economía argentina crezca de manera sostenida en el tiempo y sin pobreza, tiene que aplicar medidas de corte liberal, que son las mismas que han representado grandes eminencias en materia económica, como Friedrich Hayek, Ludwig Von Mises, Adam Smith o Milton Friedman. Las ideas liberales están basadas en la libertad, la competencia, el mérito y el esfuerzo en conseguir cada cosa; mientras que en una sociedad en donde todo es acomodo, ser bueno compitiendo en algo no sirve para nada; porque allí no existe el mérito.
Ahora bien, para poder hacer esto en Argentina, hay que plantearlo EN CAMPAÑA PRESIDENCIAL. No hay que mentir. Esto es algo muy importante; porque la gente tiene que saber qué es lo que va a votar. En cambio, si un político no dice en campaña lo que en verdad debe hacer, quizás la gente no lo vota. A lo mejor la gente prefiere seguir viviendo en un país que se muere de a poco, en vez de acabar con el Populismo para siempre. Y para acabar con el Populismo para siempre, lo que hay que hacer es copiar al mundo que prospera.
Asimismo, hay que parar con los experimentos raros y dejar de dar saltos al vacío; como los controles de precios, el cepo cambiario o la propuesta de la dolarización. Los países en donde la gente vive bien tienen un sistema de reglas de juego que hacen que cualquier régimen monetario sea viable. Esto se debe a que nos referimos a países que tienen a sus empresas compitiendo con el mundo, cuentan con bajos impuestos y leyes laborales flexibles. Contrariamente, en Argentina hay un sistema en el que una bombacha vale como un auto importado, el Estado nos revienta a impuestos y las leyes laborales son de la época de las cavernas. En efecto, dicho sistema rompe cualquier sistema monetario: dolarización, convertibilidad, peso libre (como el que propone José Luis Espert), el austral, etc.
Hay que empezar por cambiar el sistema. Una vez que eso se logre, la inflación anual de Argentina será de un digito. Ese día, se podrá dolarizar la economía; pero no va a ser necesario, porque al cambiar el sistema por uno como el que tienen los países del primer mundo, Argentina va a tener su Banco Central y su propia moneda si ningún tipo de problema. No va a hacer falta eliminar el Banco Central de la República Argentina y optar por una dolarización en ese contexto. En todo caso, lo que habrá que hacer es seguir imitando a los países que les va bien.
Esperemos que algún día, iniciemos ese camino.
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