La economía argentina en 2021


Recientemente se dio a conocer la tasa de inflación de Octubre de este año, que fue del 3,8%.

Si la inflación de 2020 termina cerca del 40%, entonces la mala noticia es que el próximo año, la cifra será sustancialmente mayor. El Presupuesto de 2021 que el gobierno envió al Congreso tiene proyectada una inflación del 29%; pero lamentablemente, ésta alcanzará el doble. Vamos a un salto inflacionario muy importante que va a disparar la pobreza hacia arriba en un año electoral complicado para el Kirchnerismo.

Luego de haber finalizado la cuarentena, la actividad económica empieza a reactivarse muy lentamente, pero durante este año se cayó como un piano. Para darse una idea, en Mayo se derrumbó un 20,6% interanual, es decir, en comparación con el mismo mes de 2019; Junio 12,3% y Julio 13,2%. Cabe destacar que la inflación no tiene nada que ver con el nivel de la actividad sino con cuestiones como la demanda y oferta de dinero y la velocidad de circulación del dinero. Sí es posible que en una economía haya recesión por culpa de la inflación, como suele ocurrir cada vez que sufrimos una fuerte devaluación seguida de un golpe inflacionario. Esto se ha visto en 2014, 2016, 2018 y 2019. Pero la tasa de inflación no es alta o baja a causa de que se venda mucho o poco. Allí no hay ninguna conexión entre dichas variables.

La inflación hay que pensarla de la misma manera que el aumento del precio de un determinado bien, como por ejemplo, el tomate. Si hay más gente que quiere comprar tomates respecto de la oferta que hay, el precio del tomate subiría; porque faltan. A la inversa, si hay mucha más oferta que demanda de tomates, la consecuencia sería una baja del precio del tomate; porque sobran. Al ocurrir esto, la capacidad de compra del tomate también cae, es decir, con esa misma cantidad de tomates se pueden comprar menos vasos de vidrio, prendas de vestir, etc, a diferencia de la cantidad que se podía adquirir de esos otros bienes antes de la caída del precio de este alimento. Con el dinero hay que razonar exactamente igual. Si sobra dinero en una economía, que es equivalente a decir que el Banco Central de ese país incrementa la emisión monetaria sobre la demanda de dinero, entonces el precio del dinero va a caer, al igual que el poder de compra. Eso se traduce en una suba de la inflación. En la actualidad, sobran pesos respecto de la cantidad demandada, y eso derivará en una aceleración inflacionaria.

La razón por la cual sobran los pesos se debe a que el gobierno no ha resuelto el agujero fiscal gigantesco al día de hoy, y como no puede cubrirlo con deuda externa porque los mercados de capitales están cerrados, ha emitido un montón de pesos que por el momento no están circulando en la economía dado que estábamos todos encerrados por la pandemia. Pero ahora que ese dinero empieza a destinarse a los bienes y servicios, el sobrante monetario se va a notar. Inevitablemente, eso traerá consecuencias negativas en la economía y afectará la actividad.

Si hubiera superávit fiscal, donde el gobierno gasta menos de lo que recauda, se podría limpiar esos pesos, siendo esa la forma más genuina de eliminar la inflación. Pero como hay un enorme déficit fiscal, el gobierno los absorbe colocando LELIQ; eso es deuda que el BCRA emite en el mercado pagando una tasa de interés. Pero tarde o temprano se termina financiando con más emisión monetaria. Es pan para hoy y hambre para mañana.

Saliendo del corto plazo, y tomando los datos de inflación de Argentina desde hace medio siglo, nuestro país está entre los más inflacionarios del mundo. Y tiene inflación crónica porque así son sus problemas fiscales, a causa de una clase política directamente delincuencial que gasta sistemáticamente más de lo que recauda. Y eso que la presión impositiva es altísima. Sin ir más lejos, ahora le han puesto un "impuesto al viento" a las empresas eólicas en Puerto Madryn.

En algún momento, la sociedad tiene que despertarse, si quiere dejar de discutir siempre lo mismo. Incluso este gobierno acaba de negociar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Argentina ha firmado ya como 30 desde el primero hace casi 50 años. Tomar esta decisión es una clara señal de que el plan económico previo al acuerdo terminó mal. Los políticos argentinos nos llevan siempre al mismo lugar. En los últimos dos años, Mauricio Macri nos endeudó hasta la maceta con el FMI y ahora hay que pagar la deuda. Y por supuesto, como la clase política argentina es impresentable, ningún diputado, senador, intendente, gobernador, asesor, etc, decidió bajarse su sueldo, cargo, honorarios, etc, en un contexto en el cual todos los argentinos han perdido plata. No lo han hecho ni siquiera por empatía, una palabra que está muy de moda últimamente. Asimismo, gracias a personajes como Alberto Fernández, Lilita Carrió, Cristina Kirchner, Eduardo Duhalde, etc, tenemos la mitad de la población pobre, villas miseria e inseguridad rampante.

Sobre el IFE, acaban de decir que no van a distribuirlo más. Se podía haber continuado, pero no financiándose con más emisión e impuestos sino bajando el gasto público, dentro del cual ha habido empleados públicos encerrados en sus casas sin trabajar durante casi ocho meses. Además la gente que recibía el IFE también estuvo en esta situación, por lo cual hubiera sido justo otorgarle dos ingresos más. Los comercios, industrias, monotributistas, etc, se han fundido al estar todo este tiempo encerrados a causa de esta cuarentena desastrosa que para colmo no ha funcionado, ya que día tras día estamos rompiendo récords de contagios y muertos en el mundo.

En cuanto al Dólar Blue, que últimamente ha estado subiendo y bajando, éste no debería existir si no fuera porque el gobierno decide atacar la consecuencia del problema y no la causa, porque la presión sobre el Dólar Oficial ante la pérdida de reservas del BCRA es provocada por el desastre fiscal y monetario. Al prohibirse la compra y venta de divisas en el mercado cambiario oficial, aparece un mercado paralelo, y eso hace que la situación se vuelva más incierta y complicada de ahí en adelante. Habría que eliminar el cepo, el Dólar Solidario (impuesto sobre el Dólar) y la percepción que se creó a cuenta de Ganancias y Bienes Personales. Poniéndole fin a estas tres distorsiones y dejando que el mercado fije libremente el precio del Dólar, el BCRA no perdería reservas. Pero mientras exista el cepo cambiario, el Dólar Blue va a continuar y con una tendencia en aumento, más allá de las bajas circunstanciales que puede haber.

No es imposible que Argentina sea un país viable sin tener el mercado cambiario oficial restringido, pero para ello hay que copiar a los países que prosperan en el mundo, y que precisamente tienen libertad económica absoluta (no solo con la elección de la moneda). La cotización del Dólar ni les preocupa a las sociedades que viven bien. Estos países tienen una moneda fuerte, pero para contar con ella, hacen las cosas de forma civilizada. Al cobrar impuestos razonables, y no el disparate nuestro que tiene esclavizados a los trabajadores en blanco, y gastar de manera prudente sin la irresponsabilidad de la oligarquía política argentina, el precio del Dólar es algo que no le interesa a los habitantes de esos países. En Chile, Australia, Nueva Zelanda, o hasta Uruguay, la gente ni siquiera pregunta por el tipo de cambio. 

El dinero que emite el Banco Central de un país tiene tres funciones:
  • Reserva de valor: permite mantener el valor del dinero ahorrado a lo largo del tiempo. Pero en Argentina, la gente ahorra en dólares.
  • Unidad de cuenta: se piensa en la moneda local como referencia para fijar los precios. En nuestro caso, cada vez pensamos más en dólares.
  • Medio de pago: es la moneda a través de la cual se realizan las transacciones. Por el momento, las transacciones se siguen haciendo en pesos. 
Si los argentinos ahorran y piensan en dólares cuando fijan los precios, es porque no tienen una moneda creíble. De esta manera deducimos que el problema que tenemos con el Dólar es la contracara de que no hay demanda de pesos. Si la hubiera (en un país con un fisco que gasta razonablemente y gobernado por políticos idóneos y transparentes), no existiría el cepo ni estaríamos mirando con preocupación la divisa norteamericana.

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