¿Por qué el Liberalismo rechazó el acuerdo con el FMI?


En general, se suele escuchar que el Fondo Monetario Internacional (FMI) es la máxima representación del "Neoliberalismo económico", ya que la Izquierda, el Peronismo y el Krichnerismo acusan al FMI de implementar y hacer implementar "políticas neoliberales" a todos los países del mundo.

Sin embargo, durante esta madrugada, en una votación en la que el Congreso de la Nación Argentina le dio el apoyo al gobierno para avanzar en un acuerdo con el FMI, tres diputados liberales votaron el rechazo a la propuesta.

La pregunta es: ¿Por qué votaron en contra de este acuerdo?

Si bien es cierto que no pagarle la deuda al FMI implicaría duras consecuencias económicas, la respuesta tiene que ver con que el gobierno de Alberto Fernández planteó la votación en el Congreso como si se tratara de elegir solamente entre dos alternativas: aprobar el acuerdo o ir directamente al default. Pero la realidad es que había otras opciones.

Una de ellas consistía en que el Congreso rechazara el acuerdo, pero que a su vez, el gobierno pudiera avanzar en su entendimiento con el organismo internacional a través de un decreto presidencial.

Otra alternativa era que los diputados rechazaran la propuesta, y en efecto, se enviara otra distinta con un nuevo acuerdo con el FMI, pero que implicara modificaciones distintas y nuevos compromisos de parte del gobierno argentino para poder pagar la deuda. En línea con esto, los tres economistas liberales que son flamantes miembros del Congreso de la Nación (Javier Milei, José Luis Espert y Ricardo López Murphy) votaron en rechazo de este acuerdo.

Las objeciones que le hicieron los liberales al proyecto pueden resumirse en varios puntos distintos:

Para empezar, el acuerdo no implica ningún compromiso de reformas estructurales en el Estado. Asimismo, López Murphy fue el encargado de destacar esto.

Sus palabras fueron las siguientes:

"El acuerdo al que hoy el Congreso autoriza el financiamiento es malo, es pésimo. No propone un solo cambio estructural para que la Argentina salga adelante y vuelva a crecer".

La segunda objeción está relacionada con que el gobierno, al firmar el acuerdo, se compromete a aumentar el gasto público y el endeudamiento. 

De hecho, López Murphy advirtió sobre este tema, diciendo:

"El acuerdo que el gobierno ha discutido en las comisiones no soluciona nada. En realidad, posterga y empeora la crisis en la que estamos envueltos hace ya demasiado tiempo. Así, por ejemplo, aumenta el gasto público (de lo que sean mostrado orgullosos), los impuestos hasta en algunos casos el 300% y la deuda interna en una magnitud extraordinaria".

Por su parte, Espert opinaba:

"El aumento de la deuda pública para financiar el déficit que recién desaparece en el 2025 se va a hacer con emisión de deuda pública interna. Estamos hablando que casi la totalidad de capacidad prestable de los bancos a familias y empresas se la va a quedar el sector público".

Y quien explicó los problemas y las consecuencias de seguir aumentando el gasto público fue Milei.

Esta fue su reflexión:

"Desde el punto de la inconsistencia teórica, el gobierno sigue recurrentemente insistiendo con esta idea de que aumentar el gasto público hace aumentar tanto el PBI que el déficit fiscal cae, eso no se cumple en la teoría económica; aún en los modelos más rudimentarios con todo ajuste de cantidades. Es más, ni siquiera podríamos pensar en un mundo de puro ajuste de cantidades cuando la tasa de inflación viene arriba del 50%; es decir, solamente a un demente se le puede ocurrir semejante hipótesis".

Para traducir un poco, lo que quiere decir Milei es que la idea de que el gobierno incremente la demanda agregada a través de un aumento del gasto público para generar como resultado una mejora en la producción puede ocurrir únicamente en un mundo en donde todo ese aumento de la demanda no se traslade en una suba de los precios. En la práctica, lo que vemos en Argentina es que dicho aumento del gasto se financia con emisión monetaria, deuda y una suba de los impuestos que ha dado como resultado diez años de estanflación; o sea, una economía que no crece y con altísimos niveles de inflación.

Finalmente, la última objeción indica que el ajuste del déficit fiscal al cual se compromete el gobierno va a realizarse íntegramente por una reducción de subsidios a la energía (aumento de las tarifas de servicios públicos) y una mejora de la recaudación que implica también una suba de los impuestos y la presión tributaria.

Es por eso que Espert propuso que el ajuste, en vez de hacerse de esa forma, se lleve a cabo recortando la cantidad de ministerios que tiene el Poder Ejecutivo Nacional.

Este fue su mensaje:

"En lugar de salir a reventar a la gente con impuestos y tarifazos, hagámosla desde la cosa pública, del gasto público. Y yo tengo una propuesta. ¿Tenemos veintiún ministerios? Hice las cuentitas. Quedemos con ocho ministerios. Que quede el Ministerio del Interior, Economía, Relaciones Exteriores, Defensa, Educación, Trabajo, Salud, Ambiente, Ciencia y Seguridad. El resto de los once ministerios se cierran. ¿Quieren conseguir trece mil millones de dólares? Ahí los tienen".

Y tras ello, Milei concluyó en que el acuerdo era simplemente una PORQUERÍA, asegurando:

"¡Y este ajuste lo tiene que pagar la casta política; y si no lo paga la casta política, que se los lleve puestos a todos; así que los liberales vamos a votar en contra de esta porquería!"

Para ir cerrando:

Tanto los liberales como la Izquierda votaron en contra de este acuerdo del gobierno con el Fondo Monetario Internacional.

La diferencia está en que los liberales SÍ quieren pagar la deuda, y no creen que sea conveniente entrar en default; mucho menos con un organismo como el FMI. 

Pero sí quieren que los esfuerzos necesarios para poder pagar dicha deuda recaigan mayormente sobre el sector público. En el Congreso, el Liberalismo debería votar proyectos que bajen la presión tributaria, el gasto público, y liberalicen o privaticen ciertos sectores de la economía.

En tanto, el acuerdo entre el Kirchnerismo y el FMI no solo no bajan la presión tributaria y el gasto público, sino que los suben, y tampoco privatiza absolutamente nada. Al contario. Una enorme regulación económica, como el cepo cambiario y los controles de precios en muchos productos que se venden a diario, seguirán vigentes a partir de la firma de este acuerdo.

Y como ustedes saben, ninguno de esos puntos es compatible con la filosofía liberal. Allí es donde se encuentra la explicación ante la decisión de estos diputados de votar en rechazo hacia a la propuesta del gobierno.

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