El escenario económico de cara a las Elecciones Legislativas


Hay tres factores que están influyendo hoy en este aumento del Dólar Blue, al igual que tantas otras corridas cambiarias que hemos visto en Argentina.

El primero tiene que ver con la situación macroeconómica actual. El déficit fiscal volvió a tener un alto grado de protagonismo; y en esta mitad del año, el gobierno ya tiene que estar emitiendo para cubrirlo. Todo indica que va a haber una explosión de gasto público en un año electoral; y eso va a generar muchos más pesos en la calle, al mismo tiempo que el gobierno tiene que ir renovando toda la deuda en pesos que se fue tomando por el déficit fiscal que en 2020 fue gigantesco (10% del PBI), y que se transformó en una bola de nieve a una tasa de interés que por supuesto va complicando este escenario en el que nadie quiere vender dólares y sobran cada vez más pesos, a causa de la incertidumbre política, que es el segundo factor a tener en cuenta. Pero además de la política, la Argentina está con un desajuste macroeconómico impresionante, a tal punto que no solamente se van las multinacionales de nuestro país (como la farmacéutica Eli Lilly), sino también restaurantes emblemáticos. Estamos hablando de PyMEs que se funden por culpa de los impuestos, las leyes laborales, la cantidad de regulaciones cada vez mayores, y los costos de intereses.

Dentro del desastre macroeconómico, el gobierno debería tratar de controlar la inflación, los saltos del Dólar y la crisis energética después de las elecciones, ante el desequilibrio que puede haber entre los precios reales de las tarifas y los del resto de los bienes que se pagan en Argentina. Esperemos que esto no derive en mayores estatizaciones, es decir, más Estado y menos sector privado.

Incluso queda por verse si Argentina va a acordar con los acreedores internacionales, porque sigue sin contar con financiamiento. Prácticamente hoy no alcanza con nada para calmar a los mercados, si bien hubo algunas noticias favorables para el país, como por ejemplo, haber logrado la capitalización del Fondo Monetario Internacional. Eso le va a dar a la Argentina un extra de 4.300 millones de dólares por Derechos Especiales de Giro (DEG). Estaba previsto; pero finalmente, se confirmó.

El tercer factor económico es el contexto internacional. Es el menos importante, pero siempre juega. Actualmente hay una renovada preocupación en el mundo en torno al crecimiento mundial; porque no está claro si va a ser tal como se había previsto o si estas nuevas variantes del virus chino van a terminar afectando esa recuperación que ya se estaba dando, y que puede precisarse en aquellos países que han sabido enfrentar la pandemia. Hablamos de lugares en donde se ha permitido que vuelvan los recitales al aire libre, los partidos de fútbol con hinchas en los estadios, o que se abran los aeropuertos; en vez de pensar en tomar nuevas medidas restrictivas, como ha hecho el gobierno kirchnerista. Con respecto a este tercer factor, es obvio que el mundo estaba recuperándose de la pandemia; por lo menos durante los primeros meses de 2021, ya que eso ha generado un movimiento en los precios de las materias primas, como la soja. Todo eso ha influido un poco. Pero de todas maneras, el Dólar en la Argentina es y seguirá siendo un problema mientras existan los dos factores anteriores, ya que son los que tienen mayor impacto en la economía. En tanto, la inflación cedió en Mayo a 3,3%; pero los salarios y el consumo no se recuperan. 

El Dólar sigue subiendo. En este momento, el libre se cotiza a 182,50 pesos. Y el gobierno, que asumió con el Dólar Oficial a 60 pesos y ahora está arriba de los 100, no sabe cómo actuar frente a este dilema. Puede sacrificar reservas del BCRA o subir la tasa de interés en pesos para seducir a los ahorristas. Si no opta por la primera opción, la brecha cambiaria se ensanchará y eso provocará más intranquilidad. Si lo hace, el BCRA perderá reservas, mientras que las divisas no ingresan al país. Y si se inclina por la segunda alternativa, la alta tasa de interés complicará la reactivación. Esta es una trampa histórica de la Argentina; y no hay un solo gobierno que no haya caído en ella desde mediados del siglo pasado. Como era de imaginarse, el Kirchnerismo no iba a ser una excepción. De hecho, ya le había ocurrido: entre 2011 y 2015.

Y mientras sigamos yendo por el camino habitual, siempre nos encontraremos con estas consecuencias. Hay que aplicar ideas que consistan en comerciar libremente con el resto del mundo, con un tamaño del Estado razonable para que los impuestos sean lo más bajo posible, y sindicalistas que sean verdaderos defensores de los derechos del trabajador; a diferencia de los corruptos que hay en Argentina. El equilibrio presupuestario evitará que el gobierno de turno deba recurrir a la necesidad de endeudarse, ya sea interna o externamente, y/o cobrarle el impuesto inflacionario a la sociedad. Por razones como estas es que los subsidios a la energía no deberían existir; al margen de cuál podría ser la manera adecuada de eliminarlos, que ya es otra discusión. También recordemos que hay que pagar por las cosas lo que las cosas valen. Por su parte, y para que se den una idea acerca de lo elevada que es la presión impositiva, la gente trabaja más de la mitad del año SOLO para pagar impuestos.

A través de estos cambios puede evitarse que la economía termine con altas tasas de inflación, cepos cambiarios, devaluaciones, ajustazos, tarifazos, impuestazos o defaults; es decir, los mismos inconvenientes que han aparecido a lo largo de los últimos 50 años, y en donde no paramos de introducir las mismas recetas: proteccionismo, intervencionismo, subsidios, controles de precios.

Como decía el científico Albert Einstein:

"Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo".

Bueno, mejor vayamos haciéndole caso...

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