Liberalismo o ABISMO


Argentina se encuentra en el mismo lugar en el que estuvo 7 veces desde hace 60 años. 

En las últimas 6 décadas, Argentina implementó 7 planes económicos; y todos terminaron en crisis:
  • El programa de principios de los 60 de Arturo Frondizi y los militares.
  • El Plan Inflación Cero de José Ber Gelbard.
  • El plan de José Alfredo Martínez de Hoz.
  • El Plan Austral.
  • La Convertibilidad.
  • Los doce años kirchneristas.
  • El plan del Macrismo.
Y entre estos planes, aparece el que estamos transitando actualmente (ya fracasado), que es el de Alberto Fernández.

Vivimos una situación a la cual los argentinos nos hemos acostumbrado. 

Somos como una rana a la cual van hirviendo de a poco, a tal punto que hace 60 años, Argentina tenía un 5% de pobreza; y hoy, la mitad de la población es pobre. Antes, no había villas. Hoy, hay 4.000.000 de personas viviendo en ellas. Antes, no había una gran cantidad de trabajo en negro; a diferencia de lo que ocurre hoy. Además, en la actualidad, los chicos y los empresarios se van del país.

Estamos padeciendo una especie de Síndrome de Estocolmo, ya que hemos creado una empatía con nuestro secuestrador, que se llama Populismo.

Lo que tienen en común estos planes económicos son 3 cosas:

- Nuestra obsesión por la sustitución de importaciones, que arruinó al turismo argentino, el agro, la minería, hidrocarburos, energía, gas, y las economías regionales. Salvo a fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX, Argentina siempre fue muy cerrada al comercio.

- Detrás de la sustitución de importaciones, aparece un Estado elefantiásico, que es impagable con impuestos e infinanciable con deuda y emisión monetaria.

- Leyes laborales de la época de las cavernas.

De los últimos 60 años, diría que la década de los 90 fue la etapa en la que MENOS cerrada estuvo la economía; pero eso fue porque ingresamos al Mercosur, se había caído el Muro de Berlín y estábamos obligados a meternos en la Organización Mundial del Comercio. Pero al margen de eso, la economía argentina siempre estuvo excesivamente protegida. En tanto, el Kirchnerismo fue una versión escatológica de este modelo económico, a tal punto que Cristina Kirchner dijo una vez que si fuera por ella, no importaría un clavo.

La cuestión es que este esquema ideológico esconde algo muy grave para el país; porque concentrar toda la capacidad productiva en sustituir importaciones implica destruir al sector que tiene ventaja comparativa y mucha capacidad para generar empleo. Por ejemplo, el agro es capaz de generar 400.000 empleos directos; y es responsable del 70% de las exportaciones. Asimismo, el "vivir con lo nuestro" se vuelve un problema. Luego, aparece el tamaño del Estado y las leyes laborales, justamente como consecuencia de la idea de "cazar en el gallinero".

Con respecto a la apertura indiscriminada de los 90 y Martínez de Hoz, es mentira que las fábricas nacionales se hayan fundido por culpa de la liberalización de las importaciones. Además la economía no se abrió mucho al mundo; porque la manera de medir la apertura es observando cuán altos son los aranceles a la importación. En esa época, hubo aranceles altos y muchas restricciones para importar. Pero fundamentalmente, lo que influyó fue que el Dólar estaba bastante regalado, motivo por cual se fundió medio país, tanto con Martínez de Hoz como con Carlos Menem. Abaratar el Dólar es como si la economía se abriera un montón a la competencia importada. Ahora bien, el Dólar se abarató porque hubo un déficit fiscal financiado con deuda externa. O sea que Argentina no se fundió por haber estado muy abierta al comercio, sino por culpa de la política cambiaria. Los partidarios del proteccionismo industrial fueron muy hábiles al conectar la apertura económica con el atraso cambiario. Pero eso no tiene nada que ver.

Abrirse al mundo le permite a una economía conectarse con las demás, entender cómo funciona el mundo, importar habilidades, capital, etc. La apertura es lo único que ha hecho crecer sostenidamente a los países.

Por otra parte, hay que achicar el tamaño del Estado para eliminar el déficit fiscal y bajar impuestos. El Estado no debería gastar más de lo que recauda, ya que eso lo obliga a emitir moneda o deuda para financiarse. En efecto, se genera la famosa inflación.

En el mundo, hay 2 cosas que están demostradas. Una de ellas fue Premio Nobel de Economía en 1976. La otra, en 1977:

1) En 1976, se demostró algo que también fue probado en los 50 años posteriores: la inflación es un fenómeno monetario.

2) En 1977, se demostró que cuanto más competencia tenga una economía con el mundo, mejor para los ciudadanos que viven en ese país.

En cuanto a la presión impositiva, ésta habría que bajarla todo lo que se pueda. Eliminar los impuestos le da poder a la producción, porque si hay algo más importante que el Tesoro Nacional, es el tesoro de los ciudadanos. Si el dinero lo tuviera la gente que invierte, produce y genera empleo, entonces es más conveniente que la administración de los recursos la decida el individuo y no el político. En cambio, el Estado no fabrica nada, salvo pobres y villas.

Para demostrar que este tipo de medidas funcionan, basta con ver lo que sucedió en el año 2020, cuando Javier Iguacel (el intendente de Capitán Sarmiento, Provincia de Buenos Aires) eliminó 96 tasas impositivas; y su recaudación aumentó un 50% en PLENA pandemia. Al cobrar menos impuestos, se empezó a generar movimiento dentro de este Municipio; y por consiguiente, se recaudó más dinero.

En materia laboral, debe haber una flexibilización en el mercado de trabajo y una reforma sindical; para incentivar a las empresas a contratar gente.

Un dato que vale la pena agregar es que según la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU), los países que más han liberado los mercados y reducido el Estado tienen un índice de desigualdad mucho menor al de los países que proponen la barbaridad que consiste en que "el Estado esté presente".

Cuando a una persona le dan las cosas gratis, hay alguien más que las está pagando. Y como se pagan a través de los impuestos, esto perjudica principalmente a quienes menos tienen; es decir, a los pobres. Por eso en nuestro país hay 2.800 argentinos por día cayendo en la pobreza.

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