El Liberalismo inquieta a la clase política


En Argentina, los liberales han logrado correr el eje de la discusión política hacia sus ideas.

Tendríamos que estar contentos al saber que actualmente, muchos políticos se están volcando hacia el pensamiento liberal. Sobre todo, quienes deberíamos celebrar esto somos aquellos liberales que tenemos formación académica y hemos estudiado ciencias económicas, como es mi caso.

Lo que está sucediendo en nuestro país es básicamente lo que proponía Milton Friedman, ya que él planteaba que las ideas liberales deberían cotizar electoralmente. De esa forma, el político que no era liberal iba a abrazar estas ideas por dos posibles razones: convicción o interés personal.

Pero lamentablemente, la militancia liberal no está generando la misma inquietud que causan los principales referentes del Liberalismo en la política. Esta militancia es diferente a la de 2018, 2019 o 2020, cuando debatía ideas, combatía el adoctrinamiento, tomaba las calles durante la cuarentena inconstitucional, y hasta incomodaba al Kirchnerismo. Por algo Leandro Santoro decía en la televisión que estaba preocupado porque los liberales están formados. Sin embargo, el Liberalismo actual parece un club de fans de dos o tres políticos en el que un grupo de marginados sociales encontró la figura paterna que les faltó cuando eran chicos. De militancia, tienen poco y nada. Y de Liberalismo, menos. A esa gente hay que explicarle que la política es diálogo, construcción, consenso, ideas y proyectos; NO hablar sobre el Liberalismo con otros liberales en Twitter. Dentro de la militancia liberal, han aparecido muchos resentidos sociales, tal como le pasó al Feminismo. Y si yo dejara de advertir esto por el mero hecho de ser liberal, estaría teniendo una doble vara.

Volviendo al plano político, el Liberalismo tiene las botas puestas; tal es así que el Congreso de este año tiene adentro de su cuerpo a los economistas Javier Milei, José Luis Espert y Ricardo López Murphy, quienes están ofreciendo propuestas absolutamente liberales; y el impacto de ellas es tan grande que han marcado un claro crecimiento del protagonismo liberal dentro de la oposición, abriendo un pequeño hilo de esperanza para los próximos diez o veinte años del país. 

Al menos hoy, varios funcionarios de distintos colores políticos están nombrando frecuentemente las ideas de la libertad en sus argumentos, ya sea de buena o mala manera. Y los políticos que hablan mal de nuestras ideas están hablando sobre ellas al fin y al cabo. Eso es lo que importa: que estén en el centro de la discusión política.

Esperemos que con el resultado de las últimas elecciones (donde una buena parte de la sociedad votó por un giro de 180 grados) y la llegada del Liberalismo a la primera escena de la política, estemos en presencia de un resurgimiento de una nueva Argentina.

Sigamos así y no bajemos los brazos.

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