La salida es el Liberalismo
Argentina es un país que cuenta con serios problemas de índole económica.
Aproximadamente, la mitad de la población es pobre; hay altísimos niveles de indigencia, inseguridad, narcotráfico, y más de 5 millones de chicos pobres, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Para resolver estos problemas de manera definitiva, es necesario implementar medidas liberales basadas en el libre comercio absoluto, una profunda reforma del Estado que permita bajar impuestos, y leyes laborales más flexibles.
Para resolver estos problemas de manera definitiva, es necesario implementar medidas liberales basadas en el libre comercio absoluto, una profunda reforma del Estado que permita bajar impuestos, y leyes laborales más flexibles.
En materia comercial, se suele hablar mucho del Mercado Común del Sur (MERCOSUR); pero la realidad es que este proceso de integración ni siquiera califica a la altura de una unión aduanera, que es lo más básico que existe en términos de acuerdos comerciales. El MERCOSUR se ha convertido en una verdadera estafa para todos los pueblos que forman parte del mismo, porque es una forma de mantener negocios prebendarios y desvíos de comercio, donde los únicos que se benefician son los políticos y empresarios. El desvío de comercio es una situación que se da cuando las importaciones más baratas de un país que no forma parte de la unión son reemplazadas por importaciones más caras de un país que sí forma parte de la unión. En definitiva, esto destruye la calidad de vida de la gente que vive en el país que paga por dichas importaciones. Para saber más al respecto, pueden leer al economista Murray Rothbard, un referente histórico del Liberalismo.
Argentina tiene que desafiliarse del MERCOSUR, debido a que los acuerdos o convenios comerciales no deben ser regulados por el Estado. Por el contrario, lo que habría que hacer es ir a un esquema como el que se llevó a cabo en Chile a lo largo de estas últimas décadas: acuerdos bilaterales y libre comercio. Obviamente que esto no se hace de un día para el otro. Por algo los economistas argentinos liberales siempre hablan de reformas. Los problemas deben resolverse a través de cierta secuencialidad, y no en cualquier orden.
En lo inmediato, hay que eliminar el cepo cambiario y recurrir a un tipo de cambio flotante, para que las restricciones no se vuelvan un problema mayúsculo si se siguen manteniendo en el tiempo, y así evitar un mal mayor cuando se libere el mercado de cambios.
A su vez, se requiere una reforma del Estado que le permita al gobierno de turno bajar el gasto público, eliminar el déficit fiscal para no emitir moneda y bajar impuestos. Esto es fundamental para que las empresas privadas puedan invertir y generar empleo.
Por ejemplo, Javier Iguacel, el intendente de Capitán Sarmiento, Provincia de Buenos Aires, redujo brutalmente los impuestos; y aunque parezca extraño, la recaudación aumentó. Previamente, se bajó el gasto público atacando el costo de la política, en donde había 35 funcionarios y éstos se bajaron a 12. Varios de ellos eran empleados de planta permanente. Y el déficit que había por el dinero que se llevaba la clase política (a través de contratos falsos y cuestiones similares) se achicó rápidamente desde el primer mes de la gestión. Posteriormente, se bajaron algunos impuestos; y la mayoría se eliminaron. Uno de ellos era el derecho de construcción. Antes de construir, había que pagar derecho de habilitación para un negocio, sin que el emprendedor sepa si le iba a ir bien o mal. Mientras invertía su capital y contrataba empleados, tenía que pagar un impuesto antes de empezar. En la práctica, en esta ciudad, pagaban impuestos el 45% de la gente. Hoy, paga el 93% sobre el total. O sea que antes, había pocos que pagan mucho; y ahora, hay muchos que pagan poco. Nos encontramos con un sistema más justo. Por su parte, la evasión impositiva bajó a casi nada.
Los impuestos tienen que ser pagables y no cualquier ridiculez. Por ejemplo, ¿cómo le van a cobrar impuestos a un comerciante para que tenga una publicidad de su negocio en su propia vitrina (y no en el medio de una plaza)? Eso es lo que se está cobrando en la mayoría de los municipios de la Provincia de Buenos Aires. Asimismo, la persona que quiere emprender, contratar a alguien, generar valor, se ve complicada desde el primer día.
Los impuestos tienen que ser pagables y no cualquier ridiculez. Por ejemplo, ¿cómo le van a cobrar impuestos a un comerciante para que tenga una publicidad de su negocio en su propia vitrina (y no en el medio de una plaza)? Eso es lo que se está cobrando en la mayoría de los municipios de la Provincia de Buenos Aires. Asimismo, la persona que quiere emprender, contratar a alguien, generar valor, se ve complicada desde el primer día.
Estas explicaciones se pueden observar también en términos técnicos, mediante una representación gráfica llamada curva de Laffer:
La variable t0 (ubicada en el vértice inferior izquierdo del cuadro) significa que la tasa impositiva es del 0%. Por lo tanto, cuando es de dicha cifra, no se recauda nada.
Ahora bien, conforme va subiendo la tasa impositiva, la recaudación aumenta; pero menos que proporcionalmente. Entonces, llega un momento en que la recaudación encuentra un máximo. En el cuadro, eso se refleja en el punto Tmax;t*. A partir de allí, la recaudación empieza a caer. De hecho, si se cobra el 100% de impuestos, la recaudación se destruye.
Esto significa que para un mismo nivel de recaudación, existe una tasa impositiva alta y una baja. Por ejemplo, para recaudar 5 pesos, se puede optar por una presión fiscal alta o una presión fiscal más baja sin evasión. En parte, esto hay que hacerlo porque los empleos que tiene Argentina en el sector formal privado son los mismos que había durante el año 2011; con la diferencia de que la población creció. Argentina no crea puestos de trabajo; mientras que lo único que creció fue el empleo público.
De este modo, cuando se pasa del equilibrio malo (misma recaudación con presión fiscal alta) al equilibrio bueno (misma recaudación con presión fiscal baja), el sistema se vuelve más eficiente, ya que tiene menos daño impositivo; y por ende, la economía se expande.
Originalmente, esto se pensó en Estados Unidos, durante la administración gubernamental de Ronald Reagan. Y no solo le funcionó a este ex mandatario, sino también a Donald Trump. Cuando fue Presidente, bajó los impuestos; y en consecuencia, la economía creció hasta la pandemia de 2020.
Como parte de la reforma estatal, Argentina debe privatizar y cerrar las empresas públicas, que ya de por sí son un oxímoron, porque la palabra "empresa" tiene que ver con emprender, y eso no le corresponde al Estado o al sector público. Por algo siempre funcionan mal. Una de las empresas estatales que hay que cerrar es Aerolíneas Argentinas, y declarar cielos abiertos para que los empleados de dicha empresa vuelvan a trabajar. En tanto, los ministerios hay que reducirlos a 8. Uno de los que hay que eliminar es el Ministerio de la Mujer, que no ha resuelto ninguna de las problemáticas que sufren las mujeres y ha hecho puras estupideces, como censurar dibujos animados por "violencia simbólica". También hay que cerrar el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) que no es más que un órgano de persecución política.
Una vez que Argentina haya instrumentado la reforma del Estado y la fuerte reducción impositiva, hay que desregular el mercado laboral (flexibilizarlo). En la actualidad, el país tiene un régimen laboral inspirado en la Carta del Lavoro de Benito Mussolini, motivo por el cual es un desastre y hay 8 millones de personas que están en la informalidad. Cuando se adoptan políticas antiempresa como esta, lo que se hace es ir en contra de la inversión y la acumulación de capital. Entonces, no se generan puestos de trabajo, cae la productividad, los salarios reales, y crece la pobreza y la indigencia.
Como parte de la reforma estatal, Argentina debe privatizar y cerrar las empresas públicas, que ya de por sí son un oxímoron, porque la palabra "empresa" tiene que ver con emprender, y eso no le corresponde al Estado o al sector público. Por algo siempre funcionan mal. Una de las empresas estatales que hay que cerrar es Aerolíneas Argentinas, y declarar cielos abiertos para que los empleados de dicha empresa vuelvan a trabajar. En tanto, los ministerios hay que reducirlos a 8. Uno de los que hay que eliminar es el Ministerio de la Mujer, que no ha resuelto ninguna de las problemáticas que sufren las mujeres y ha hecho puras estupideces, como censurar dibujos animados por "violencia simbólica". También hay que cerrar el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) que no es más que un órgano de persecución política.
Una vez que Argentina haya instrumentado la reforma del Estado y la fuerte reducción impositiva, hay que desregular el mercado laboral (flexibilizarlo). En la actualidad, el país tiene un régimen laboral inspirado en la Carta del Lavoro de Benito Mussolini, motivo por el cual es un desastre y hay 8 millones de personas que están en la informalidad. Cuando se adoptan políticas antiempresa como esta, lo que se hace es ir en contra de la inversión y la acumulación de capital. Entonces, no se generan puestos de trabajo, cae la productividad, los salarios reales, y crece la pobreza y la indigencia.
A través de las medidas que yo propongo, el país se volverá competitivo fiscal y laboralmente. En ese contexto, Argentina puede abrirse al comercio exterior sin ningún inconveniente. Como el Estado y las regulaciones ya no se convierten en una carga para que las empresas pueden competir, la apertura económica será exitosa.
Efectivamente, muchas empresas son competitivas; pero el problema es que la presencia del Estado las deja afuera del mercado.
Lo que hay hacer es correr al Estado del mercado, porque es a través de éste que los políticos sanguijuelas revientan a las empresas, y a costa de los ciudadanos de a pie que viven del fruto de su trabajo, pagando las cosas más caras y empobreciéndose todos los días.
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