¿Cuáles son los errores que comete Argentina?
En el aspecto político, económico y social, Argentina se ha convertido en un verdadero genocidio autoinfligido.
Asimismo, el país tiene hoy niveles de pobreza extravagantes. Aproximadamente, la mitad de la población es pobre, al igual que tres cuartas partes de los chicos del Conurbano bonaerense; y casi la mitad de los trabajadores están en negro, con salarios miserables y sin derecho a medicina y jubilación. También hay cuatro millones de personas viviendo en villas miseria, y repitencia crónica de los alumnos en la escuela y la universidad pública.
Lo que está pasando actualmente en Argentina no es muy distinto a lo que ha ocurrido en los últimos sesenta años, en los cuales TODOS los planes económicos terminaron en crisis:
Con sesenta años de una evidencia tan demoledora acerca del fracaso económico argentino, no caben dudas de que hay algún común denominador que junta estos ocho planes económicos que culminan en crisis. Es absurdo pensar que todos sean diferentes, o que terminan mal por mala suerte o porque el país esté destinado a que le vaya así.
- El Programa Inflación Cero de José Ber Gelbard, de principios de los 70, en el Rodrigazo.
- El Plan de José Alfredo Martínez de Hoz, comenzado en 1976 y finalizado en 1981.
- El Plan de Bernardo Grinspun, que desde la vuelta de la democracia, nos llevó a una crisis que obligó a Raúl Alfonsín a cambiar de Ministro de Economía, designándolo a Juan Sourrouille.
- El Plan Austral, de Sourrouille, finalizó en la hiperinflación de 1989.
- El Plan de Carlos Menem, en la crisis de 2001/02.
- El Plan de los Kirchner, en la crisis de 2008/09, cuando el gobierno entró en un conflicto con el campo y se eliminaron las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).
- El Plan de Cambiemos, en la crisis de 2018 y 2019, motivo por el cual pierde las Elecciones Presidenciales y da lugar a la asunción del Kirchnerismo.
- El plan del gobierno de Alberto Fernández, que derivó en una crisis que aún puede profundizarse.
Con sesenta años de una evidencia tan demoledora acerca del fracaso económico argentino, no caben dudas de que hay algún común denominador que junta estos ocho planes económicos que culminan en crisis. Es absurdo pensar que todos sean diferentes, o que terminan mal por mala suerte o porque el país esté destinado a que le vaya así.
De lo contrario, acá termina todo mal porque se hace todo mal.
¿Y qué es centralmente lo que Argentina está haciendo mal?
Básicamente, nuestro país ideologiza la Ley Gravitacional Universal. Le pone signo político. La considera de izquierda o de derecha. Pretende que si una persona se tira de un décimo piso diez veces, le va a ir bien las diez. Digo esto porque en Economía, también hay leyes de gravedad. No todo es opinable.
Los países en donde la gente prospera (que son la mayoría del mundo) son bastante liberales. Pero para no quedarnos con esa definición tan vaga, habría que ser más claro acerca de las cosas que hacen en concreto estos países, y que acá ni siquiera fallan porque no se hacen.
Como mínimo, son cinco asuntos. Y tres de ellos son económicos:
1) Las firmas de acuerdos de libre comercio con el resto del mundo.
Contrariamente, Argentina rechaza al comercio con el mundo como instrumento para crecer.
Esto es algo raro; porque así como yo vivo de venderle un bien o servicio a terceros que lo necesitan y no lo saben fabricar (al mismo tiempo que compro aquello que no produzco porque no tengo esa capacidad), Argentina debería venderle cosas al mundo abriéndose a éste, exportándole petróleo, soja, agroindustria, industria, turismo, energía solar, software, etc.
Argentina viola esta ley de gravedad, que dice que para crecer, hay que exportarle algo a un país, así como hay que venderle productos a un tercero para no morir de hambre.
Incluso las economías en donde las sociedades prosperan están abiertas al mundo, y sus empresas compiten con las de otros países. Sin embargo, Argentina se niega a esto.
2) Los países en donde la gente vive bien cuentan con economías en donde se recaudan pocos impuestos.
En caso de recaudar muchos, hay una obsesión por parte de los estados en devolverlos bajo la forma de bienes públicos. Se les da algo a cambio.
Por eso se suele decir que en los países civilizados, no hay impuestos sin legislación.
El lema de los Estados Unidos (que se aplica también en el resto del mundo) es:
"No taxation without representation".
Esto se debe a que un impuesto legislado pasó por el Congreso, que es donde están los representantes del pueblo. Y es solo allí donde se decide la retribución de dichos impuestos bajo la forma de bienes públicos.
En los países ricos, cada ciudadano tiene como derecho una contraprestación de parte del Estado (independientemente de su tamaño) por cada billete que paga. El Estado no es un agujero negro.
Y cuando hablo de bienes públicos, me estoy refiriendo a cuestiones como Educación Pública de alta calidad, Salud Pública de alta calidad, Seguridad, Fuerzas Armadas, una buena Justicia o una buena Diplomacia.
Para concluir este punto, un gran problema de Argentina es que cuenta con un Estado elefantiásico, que hace que nos borren del mapa a impuestos y no nos dé nada a cambio, motivo por el cual tenemos que pagarnos dos veces la educación, la salud y la seguridad. Basta con ver lo que son las escuelas, los hospitales y las comisarías en la Provincia de Buenos Aires. Así, no hay bolsillo que aguante.
3) Las leyes laborales de los países ricos son proempleo en blanco.
En cambio, Argentina tiene leyes laborales que han provocado que el 40% de los trabajadores realicen sus tareas en negro (totalmente precarizados), y que los empresarios sientan terror de contratar a alguien sabiendo que meter a un trabajador adentro de su empresa es como meter una bomba atómica; porque si el empresario llega a tener un problema con su empleado, el juicio laboral y la mafia sindical lo funden.
De este modo, Argentina debe implementar leyes laborales que alienten al empresario a producir y contratar gente.
Las leyes laborales argentinas actuales y los fallos de los jueces laborales parten de una premisa totalmente equivocada, que consiste en afirmar que el placer del empresario o el hobby empresarial es echar gente, motivo por el cual hay que fundir al empleador. Un verdadero delirio.
El hobby del empresario es hacer exitosa su empresa, ganar dinero. Y si echa a un empleado, va a ser muy a su pesar; porque seguramente, el empresario invirtió gente, tiempo, esfuerzo, dinero, calificación, capacitación, exámenes médicos y psicológicos en dicho empleado.
Así que claramente hay que cambiar las leyes laborales, y optar por las que suelen llevar a cabo los países que prosperan. Son leyes laborales que tienen claro que hay uno que da empleo y otro que es empleado, sin ninguna antonimia ridícula entre ellos (como se piensa acá). No hay empleo sin empresario.
Luego de explicar estas tres cosas que se necesitan en Argentina, quiero recalcar que mientras no se hagan, jamás nos va a ir bien. Por más que aumenten los planes sociales, las compras nacionales, los subsidios, la promoción industrial, y demás, NUNCA vamos a ser un país rico en el que valga la pena vivir.
Fuera del terreno económico, los dos cambios necesarios en Argentina son:
1) Seguridad.
No puede ser que los ciudadanos inocentes vivamos tras las rejas por terror a que los delincuentes, que están en la calle, ingresen a robar a nuestras casas e incluso matarnos.
Para terminar con esto, hace falta una infinidad de cambios. Desde las leyes penales hasta el apoyo político de la policía para que tenga que poner orden cuando sea necesario, a diferencia de lo que pasa hoy, ya que el policía decide usar su arma en defensa de un inocente contra un delincuente, pero eso a la sociedad le resbala. Así es cómo piensa la gente bajo esta doctrina de Eugenio Zaffaroni, que más que garantista, es abolicionista. En su defecto, las garantías son las que aparecen en la Constitución Nacional.
2) Educación.
Como liberal, yo creo firmemente en aquel ideario de Domingo Faustino Sarmiento, que dice:
"Hay que educar al soberano".
Para aquellos que tenemos sanas intenciones y solo pensamos en la política como un MEDIO para conseguir un fin superior (que es mejorar la vida de los individuos en el país), la Educación es un tema crucial.
Yo deseo que exista gente libre, pensante, que discierna, tenga capacidad crítica, de autocrítica. Y para ello, hace falta educación.
No obstante, educar a la gente no parece ser hoy un negocio para la clase política. Por ejemplo, en la Provincia de Buenos Aires, los alumnos saben que empiezan a cursar el año y en veinte días, Roberto Baradel les hace paro. Para colmo, ahora hay escuelas en donde se suspendieron las clases por falta de gas; una cosa inadmisible en pleno Siglo XXI.
Económicamente, Argentina está atravesando por una situación muy similar a la que ya ha presenciado muchas veces; y esto no obedece a la mala fortuna sino a los errores que cometemos.
Al menos hay algunas reflexiones positivas a tener en cuenta, ya que viendo lo que hace el mundo, se vuelve cada vez más evidente que es aconsejable hacer las cosas que son necesarias para poner a crecer a Argentina.
En tanto, hay mafias muy poderosas, para las cuales es negocio que al país le vaya mal; y que se han enriquecido luego de varias décadas de decadencia. No solo me refiero a los políticos, sino a los sindicatos y parte de la clase empresaria. Pero actualmente, es tan grande el entramado de negocios y poder que hay a costa de los argentinos que viven mal, que hacer las cosas bien requiere de un gran consenso para poder llevarlas a la práctica de manera exitosa, cuando en realidad, ésta debería ser la función que habría que cumplir, sin la necesidad de un consenso.
El punto consiste en que sin un cambio fundamental en términos económicos, educativos y de seguridad, los argentinos nunca vamos a ver buenos resultados.
La buena noticia es que desde 2019, se encendió la llama de la libertad. Dicha palabra la están utilizando actores que nadie hubiera pensado en su vida. Y estos valores, que han hecho prósperas muchas naciones, se están empezando a hablar dentro de la política argentina. Así que por ese lado, se puede decir que vemos una luz de esperanza para nuestros hijos, nietos y también para nosotros (por lo menos, en la segunda etapa de nuestras vidas).
Las cinco medidas que se toman en los países que crecen son más que obvias. Lo que hace falta es generar un consenso alrededor de ellas y que dejen de discutirse. En todo caso, que se discuta quién debería ser el mejor representante de esas cinco medidas frente a la sociedad, y en qué orden conviene aplicarlas. Pero indudablemente, hay que incorporarlas de manera automática, y considerarlas tan indispensables como respirar.
Hay que comerciar con el mundo, para lo cual es necesario que existan bajos impuestos, se eliminen los aranceles sobre las importaciones y las retenciones sobre las exportaciones. Éstas últimas son un costo que va contra la rentabilidad. También hay que adoptar leyes laborales razonables, para que el sector privado tenga ganas de contratar gente, dar empleo y expandir su capacidad de producción. Hay que generar suficiente tranquilidad para las personas en el momento de salir al trabajo desde su casa, asegurándoles que no van a ser asesinadas en el camino. Y es imprescindible educar a la gente para volverla libre e inteligente. Educación es libertad. Y para quienes defendemos el Liberalismo, no hay bien más preciado que la educación. Permite una sociedad más pensante, productiva, y posibilitará un crecimiento económico sostenido.
Afortunadamente, en el Congreso, hay políticos liberales luchando para que esto sea posible, y que tienen clarísimo lo que hay que hacer para que Argentina le ponga fin a esta pesadilla en donde un plan económico se prende fuego, tal como ha sucedido con los ocho planes económicos completamente fracasados de los últimos sesenta años.
Aprovechemos esta crisis, que ya entró en su segunda etapa luego de la renuncia del Ministro de Economía Martín Guzmán y la designación de Silvina Batakis, para tirar este modelo económico decadente a la basura y transformarlo radicalmente.
Hay una esperanza, una salida.
Y los políticos de los espacios liberales, como Avanza Libertad, están dispuestos a dar todo para que esto cambie.
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