Atentado a CFK: el gobierno tiene dos versiones incompatibles
El Kirchnerismo tiene un gran problema a la hora de comunicar.
Sus dos versiones oficiales sobre el atentado a Cristina Fernández de Kirchner se contradicen.
Por un lado, existe la versión del diputado Rodolfo Tailhade, que es la misma que dio el operador Tomás Méndez a través del medio de desinformación C5N.
El planteo consiste en que fueron los opositores quienes idearon este magnicidio contra la Vicepresidenta de la Nación Argentina, a través de los "discursos de odio" y los servicios secretos de inteligencia que responden a Mauricio Macri y Patricia Bullrich, que a su vez se infiltran con Javier Milei. Esto se debe a que efectivamente, la idea es meter a toda la oposición en la misma bolsa para poder responsabilizarla en su totalidad; y de esa forma, redireccionar la culpa hacia todos los sectores opositores quitando la lupa del lugar en donde debe estar puesta, que es en el agresor que apretó el gatillo (Fernando Sabag Montiel).
Vale la pena remarcar que el "discurso de odio" es algo parecido al "acto de blasfemia" de otras épocas; porque son acusaciones que se emplean cuando alguien cuestiona al poder.
Ahora bien, esta teoría que da el Kirchnerismo se contrapone con su otra versión oficial, en la cual se sugiere que la planificación de este intento de asesinato a CFK fue ideado por una mujer llamada Brenda Uliarte, la novia de Sabag Montiel.
En esta versión, que no la instaló la oposición sino el propio oficialismo, los mensajes que le descubrieron a Brenda en su teléfono celular dicen que justamente, lo que la llevó a mandar a un hombre a gatillarle en la cabeza a Cristina fue que los liberales, los influencers, los opositores, etc, NO ESTÁN SIENDO VIOLENTOS, bajo el argumento de que sus discursos de odio no tienen la suficiente violencia o agresividad. O sea que en realidad, lo que causó que a esta mujer se le ocurriera planear un magnicidio no solo no fue el "discurso de odio" de la oposición, sino que fue LA FALTA DEL MISMO.
Resumidamente, y siguiendo los pasos de una de las dos versiones oficiales del gobierno argentino, Brenda Uliarte mandó a matar a Cristina porque nadie estaba tomando en consideración los discursos de odio ni impulsando las acciones violentas, que para ella eran necesarias. La otra versión oficial es completamente opuesta, dado que en ella, se habla de un servicio de inteligencia vinculado con los referentes opositores, y cuya motivación a cometer tal acto fue PRECISAMENTE el odio.
Acá es donde uno se termina dando cuenta de lo burda que es la operación que quiere llevar a cabo el oficialismo. De hecho, ya se está empezando a caer.
Esto es un manotazo de ahogado, en el que se busca demonizar a toda la oposición (periodistas tradicionales, políticos, economistas, etc), haciéndola quedar como la culpable nº 1 del hecho que acabamos de presenciar el 1 de Septiembre de 2022. Sin embargo, la treta les está saliendo mal; porque las encuestas aún benefician a la oposición. Entre el 60-70% de la población no cree que el intento de magnicidio haya sido real. Obviamente que con esto no trato de darle mayor verosimilitud a un caso de autoatentado. Lo que quiero hacer es exponer la pérdida de credibilidad del gobierno de Alberto Fernández.
Ante la desesperación, el Kirchnerismo quiere transformar a la oposición en magnicida, agente secreta, odiadora, reproductora de discursos blasfemos, etc, con el afán de subir un poquito en las encuestas, victimizar a Cristina, y evitar que la condenen por corrupta.
Mientras tanto, quienes no pensamos como ellos estamos ligando cachetazos por el simple hecho de ser disidentes del régimen.
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