Las cifras que arrojó el Censo Argentino sobre las minorías


En los últimos días, se realizó el Censo Nacional 2022 en Argentina, el cual fue un DURO GOLPE para la mitología de género.

Al parecer, somos unas 47.000.000 de personas las que habitamos este maravilloso territorio. De todas ellas, el 99,88% se identifican como masculinas o femeninas. O sea que solo el 0,12% se consideran "no binarias", al no sentirse hombres ni mujeres.

Esto me lleva a preguntarme cómo es que dentro de un sistema democrático somos simbólicamente forzados a quemar libros de Biología y cambiar nuestro lenguaje por lo que opina el 0,12% de la sociedad. Se supone que en un sistema democrático, debe regir la voluntad de la mayoría popular; NO la opinión delirante de un porcentaje ínfimo, que no sabe ni cómo se define.

Si las mayorías vamos a obedecer a las decisiones de las minorías, entonces que Alberto Fernández renuncie y le entregue el sillón de Rivadavia a José Luis Espert, que salió último en las Elecciones Presidenciales de 2019. De hecho, en este país, hay literalmente más votantes de Espert que personas no binarias. Lo mismo ocurre si los comparamos con las personas transexuales.

Victoria Liendro, responsable del Área de Diversidad Sexual de la Secretaría de Derechos Humanos (ñoquis con bolognesa) y referente de la comunidad, indicó en 2020 que estimaba que había cerca de 40.000 personas transexuales, travestis y transgénero en Argentina. Los números más recientes (correspondientes al Censo Nacional de 2022) indican que son 56.793 las personas que no se identifican con su género. A su vez, en 2019, a Espert lo votaron 382.820 ciudadanos. Sí. No solo hay más cantidad de éstos últimos en comparación con los no binarios, sino también en relación con las personas trans.

De este modo, en Argentina, hay más pacientes psiquiátricos que personas que no se identifican con su género. En efecto, ¿por qué no regimos nuestras convicciones con base en lo que opinen los pacientes psiquiátricos?

Según datos del primer estudio epidemiológico nacional, 1 de cada 3 argentinos mayores de 18 años sufre un trastorno psiquiátrico. Depresión y ansiedad son los más comunes. No me extraña en este país...

La mismísima Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que el 22% de los latinoamericanos padece un trastorno mental. Entonces, ¿por qué le creemos a un no binario cuando nos dice que no es hombre ni mujer pero no le creemos a un esquizofrénico que de verdad está hablando con personas que nosotros no vemos?

¿Por qué le creemos al "género fluido" (que fluye entre varios géneros) pero identificamos como trastornados bipolares a quienes fluyen entre estados de ánimo y diagnosticamos con personalidad múltiple a quienes fluyen entre personalidades?

¿Por qué le creemos a Sasa Testa, que a veces es Sabrina y a veces es Santiago, pero internamos y medicamos al que está en el Hospital Borda creyendo que es Sabrina, Santiago, Juan, Carlos y Roberto? Entre el género fluido y la personalidad múltiple, no hay mucha diferencia...

¿No es hora de aceptar de una vez por todas que la transexualidad es una anomalía?

¿No es hora de aceptar que no podemos regir a los pueblos por lo que sienta un minúsculo grupo de la sociedad?

En el fondo, esto lo sabemos bien. Cuando de números y datos concretos se trata, la mitología de género y sus variantes QUEDAN DE LADO.

Durante 2020, con el mundo azotado por una pandemia, los datos científicos hablaban de cómo el virus afectaba de diferente manera a hombres y mujeres, sin importar cómo te autopercibías o si cambiabas tu autopercepción para que el virus te golpeara en menor medida.

Todos sabemos que el género está directamente vinculado y hasta sometido a una cuestión biológica, más allá de lo que diga cualquier cuentito de hadas creado para calmarle la ansiedad a un pequeñísimo grupo de la sociedad.

Y antes de que los ofendidos profesionales de siempre salgan a llorar, les aclaro que no estoy diciendo que tenga algo de malo ser no binario, de género fluido, o tener trastorno bipolar. No digo que hay que salir a la calle con antorchas al grito de "maten al trolo". No hagan de cuenta que me malinterpretan; porque entienden perfectamente bien lo que estoy planteando.

Lo que digo es que no podemos imponer lo que se le ocurra a 50.000 tipos sobre la vida de 47.000.000 de personas. No se debe. No es correcto que una minoría decida cómo deben pensar, hablar y actuar decenas de millones de individuos.

No se puede doblegar la voluntad popular por lo que sientan o crean unos pocos.

Está mal. Y es hora de aceptarlo.

Comentarios