Apoyemos al Liberalismo


Las ideas del Liberalismo consisten básicamente en aplicar medidas de sentido común que funcionan con éxito en cualquier país del mundo.

Los 3 cambios que Argentina debe realizar son comerciales, estatales y laborales.

En el aspecto comercial, hay que abrir la economía al comercio internacional quitando todos los aranceles a las importaciones y las retenciones a las exportaciones, hacer que las empresas privadas compitan externamente, y bajar impuestos indirectos para alentar la inversión y la generación de nuevos puestos de trabajo. Está comprobado que las empresas que más compiten con el mundo son aquellas que más trabajo dan y mejores salarios pagan. Algunos ejemplos pueden ser Bill Gates, Marcos Galperin, Amazon, etc.

Vale la pena agregar que las veces que Argentina intentó abrirse (un poco) al comercio exterior durante la dictadura militar y el Menemismo, el Dólar estaba atrasado; y fue por eso que la industria nacional se terminó fundiendo. PERO LA APERTURA ECONÓMICA BIEN HECHA NO FUNDE A NADIE. Además hace un siglo que nuestro país predica el cuento de la sustitución de importaciones, a través del cual se le arruina la vida al consumidor. Basta con ver los períodos del Peronismo de los 40, el de los 70, el Alfonsinismo, los Kirchner o el Albertismo. Y esto pasa porque los empresarios argentinos siempre buscan una excusa para no competir.

En Argentina, los empresarios no son personas revolucionarias, como Bill Gates o Steve Jobs. Son carroñeros que a más tardar, pueden obtener grandes ganancias; pero llevándose puesto al argentino promedio. Esto es lo que en parte hace que en nuestro país, se considere como algo malo el hecho de ganar plata. Y hago esta crítica sin ignorar que en Argentina, hay miles de emprendedores que se rompen el lomo para mantener su PyME a flote.

Por su parte, los estatistas sugieren que el gobierno de turno le otorgue subsidios a las grandes empresas para que compitan, como si Microsoft existiera gracias a los subsidios. Y desde ya que esta medida implica cobrarle impuestos al resto de la gente para dársela a los empresarios. Es inconcebible que se le cobre dinero al pobre para favorecer la actividad económica de un empresario. Al que menos tiene hay que dejarlo en paz; y que los empresarios compitan. Pongámosle fin a la Ley de Software, Promoción Industrial, Compre Argentino, y ese tipo de ridiculeces. Mejor apostemos por el empresario competitivo, que se las puede ingeniar solo y es capaz de enriquecerse sin tener que perjudicar al pobre. Incluso no hay manera más fácil de hacer plata que sin tener casi nada de competencia con el mundo, y vendiéndole a los argentinos todo lo que afuera se puede conseguir mucho más barato. Así es cómo se empobrece a la sociedad. 

Está probado empíricamente que cuanto más competencia tenga una economía con el mundo, mejor para los ciudadanos que viven en ese país. La competencia es sana. Le permite a un país incorporar cultura, valores, buenas costumbres, capital de trabajo. Por ejemplo, si la competencia no fuese sana, entonces Lionel Messi seguiría jugando al fútbol en el patio de su casa, y no se hubiese convertido en el mejor futbolista que tuvo Barcelona en toda su historia. Por lo tanto, la competencia te hace crecer.

Además se suele decir que las ideas defendidas por los liberales han llevado a que tan solo en los 2 años de pandemia, los 1.000 millonarios del planeta hayan acumulado tanta riqueza como en los 23 años anteriores.

Yo me pregunto: ¿Y cuál es el problema?


Ni hablar cuando los comunistas dicen que el Capitalismo le quita la plusvalía a la clase trabajadora. O sea, están hablando de un concepto DEL SIGLO PASADO. El Muro de Berlín ya cayó, muchachos...

En cuanto a los problemas actuales de Argentina, casi la mitad de la población es pobre, hay 7.000.000 de trabajadores ejerciendo sus labores en negro (totalmente precarizados) y 4.000.000 de personas viviendo en villas, que por más que ahora las llamen "barrios populares", no dejan de ser lugares donde vive gente pobre. 

Aunque tengamos estos problemas, se nos ataca constantemente a los liberales, que se supone que queremos quitarle derechos a los argentinos. Pero en verdad, nuestras propuestas las lleva a cabo el mundo que prospera, y están basadas en un diagnóstico que explica por qué Argentina es un país miserable.

Los liberales no proponemos nada que ocurra en Marte o Saturno, sino en países en donde no hay villas miseria, trabajadores precarizados, y empresarios que le venden los productos a la gente a un precio carísimo. Algunos ejemplos pueden ser Australia o Canadá, que tienen un ingreso per cápita 6 veces más alto que el nuestro.

Para bajar el trabajo en negro y despejar el terror de contratar gente a los empresarios, hay que descentralizar la negociación colectiva, permitir que haya democracia sindical, limitar la duración de los mandatos de los Secretarios Generales, en tanto que los empresarios no tienen que ser solidariamente responsables con los aportes de los trabajadores hacia los sindicatos. A su vez, hay que quitarle las obras sociales a los sindicalistas. La medicina prepaga debe estar integrada a los hospitales públicos nacionales al estilo europeo. 

Lo que hay que dejar en claro es que si los empresarios tienen miedo de contratar a un empleado, es porque si deciden echar a uno solo, se funden por los juicios laborales que deben afrontar, dada la legislación actual.

Para facilitar la competencia externa, es imprescindible una fuerte reducción impositiva, la cual solo puede ser posible si se baja el gasto público a través de una serie de reformas en el Estado. Esto también es primordial para alcanzar el equilibrio fiscal, motivo por el cual la baja del gasto debe ser mayor que la impositiva.

Entre algunas de las reformas, hay que eliminar la obra pública, y recurrir a un régimen de iniciativa privada a la chilena. A diferencia del esquema que intentó realizar Mauricio Macri durante su gobierno (Participación Público-Privada), habría que optar por uno que consista solo en Participación Privada. Otra partida que habría que borrar es las transferencias discrecionales de Nación a Provincias y de Provincias a Municipios. Que los gobernadores provinciales se las ingenien como puedan.

También es necesario reprivatizar las empresas que se reestatizaron durante el Kirchnerismo, como Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). La misma de la cual Cristina Kirchner se enorgulleció hace unos días, cuando festejaba el centésimo aniversario de su creación. 

¿Festejo de qué, si el país no tiene gasoil y la empresa a la cual nos referimos no vale nada porque la destrozaron? 

El valor de capitalización de YPF ya es menor que el de una zapatilla. YPF es una empresa que sufre pérdidas todos los años. Encima es increíble el cinismo de Cristina; porque cuando YPF se privatizó en los 90, defendía las regalías (que son los fondos de la Provincia de Santa Cruz), y hasta elogió a Domingo Cavallo. No solo eso, sino que en el momento en que se trató la privatización de YPF, Néstor Kirchner dijo que privatizarla era un "acto de soberanía", porque según él, esto hacía que se poblara el sur. Pero más allá de las palabras de Néstor o Cristina, la realidad es que luego de la privatización de YPF en los 90, Argentina llegó a exportar petróleo mediante un decreto de desregulación petrolera. La producción voló por los aires. Y cuando el Kirchnerismo la estatizó, pagaron por ella mucho más de lo que vale en la actualidad.

La recuperación del 51% de las acciones le costó al país US$5.000M + US$5.200M en juicios pendientes = US$10.200M. Hoy, la empresa vale US$1.800M.

El "Estado Presente" es una mentira. Por ejemplo, en la impresión de los nuevos billetes, donde hay próceres hombres y mujeres en lugar de animalitos, el gobierno se gastó el equivalente a 2 hospitales de alta tecnología. O sea que con ese dinero, se podía atender la salud de la gente. Hablando de emisión de dinero, la inflación en nuestro país es tan alta, que un billete argentino de $1.000 del año 2002 traído a hoy es de $1.

Al igual que YPF, el resto de las empresas estatales también deben estar en manos del sector privado. Particularmente, porque eso contribuiría bastante en el achicamiento del Estado. Asimismo, los 22 ministerios actuales habría que llevarlos a 8. Hay que eliminar, por ejemplo, el Ministerio de la Mujer, que tiene un Presupuesto de $17.500M; y sin embargo, sus resultados han sido PÉSIMOS; tal es así que hay un feminicidio cada 25 horas en lo que va del año. Frente a ello, este Ministerio ha hecho puras estupideces, como censurar Dragon Ball Super de Cartoon Network, y justificar violadores desde la cabeza principal (Elizabeth Gómez Alcorta), diciendo que son "varones socializados en la sociedad".

El único rol que debe cumplir el Estado es el de retribuirle los impuestos a la gente bajo la forma de bienes públicos: Salud Básica, Educación Básica, Seguridad, Justicia, Diplomacia. Y deberían ser de buena calidad.

Actualmente, el Estado Argentino recauda US$150.000M; y parece ser que con esto, no le alcanza; porque siguen anunciando proyectos deplorables (como el impuesto a la renta inesperada). A pesar de lo mucho que recauda, el Estado nos brinda una seguridad que es un DESASTRE, al igual que la educación y la justicia.

La privatización de las empresas públicas y la eliminación de varias partidas en el Estado son fundamentales. Y desde luego que también hay que acabar con el gasto de la política, que está compuesto por asesores, pasajes para viajar de una provincia a otra, etc.

Los planes sociales los debe abandonar la gente de manera voluntaria, una vez que la economía esté creciendo luego de haberse realizado las reformas estatales ya mencionadas (y previo a las de índole comercial y laboral). Y ya en un contexto de estabilidad de precios, equilibrio o superávit fiscal, un tipo de cambio razonable, impuestos pagables, y una política monetaria en la cual la oferta de dinero no crezca por encima de la demanda, se podrá abrir la economía al comercio de forma exitosa.

Les guste o no, el mundo que crece es un mundo libre. Así que no tengan la menor duda de que los perversos son los estatistas e intervencionistas, que en el fondo, quieren ver a la gente pobre.

Y por si alguna feminista me está leyendo, quisiera agregar algo más, ya que últimamente, se nos acusa de la misoginia y la homofobia a los liberales; pero voy a dar tan solo 2 datos históricos concretos:

1) Uno de los máximos pensadores liberales fue John Stuart Mill, quien fue uno de los pioneros en políticas relevantes para las mujeres; como por ejemplo, el sufragio femenino.

2) Respecto de la homosexualidad, le aconsejaría a la comunidad LGBTI que en vez de ponerse la remera de Ernesto "Che" Guevara (que torturaba a homosexuales en campos de concentración para "rehabilitarlos"), se ponga la camiseta de uno de los precursores del Liberalismo, que fue Montesquieu, uno de los primeros en asegurar que mientras el sexo sea consentido, nadie tenía por qué meterse en la cama del otro.

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